20 de septiembre de 2025

3226- UN GALLINERO EN LA CATEDRAL.


Yo no me lo podía creer y fuí a verlo. Sí, sí... Aprovechando un viaje por La Rioja, mi mujer y yo nos acercamos a la bonita ciudad de Santo Domingo de la Calzada, sin otro objetivo que comprobar hasta donde llega la desvergüenza de quien permite tamaña falta de respeto por Diós y la condición humana. Pero, ¿a quién se le ocurre...? Una cosa es que nos cuenten paparruchas, ¡que ya está bién!, pero que metan un gallinero dentro de una catedral... ¡Es la gota que colma el vaso!. Si creyeran en Diós, sería una falta de respeto de tal calibre que es motivo más que suficiente para no volver a pisar una iglesia. Pero, ¿tan ególatras son y tan idiotas nos creen?. Pues sí, eso y más. El tema es viejo. Hubo una época en la que parece ser que todo valía, pero yo no creo que el cerebro humano haya evolucionado tanto. 


Aseguraría, sin saberlo, que la gente de entonces tenía la capacidad de discernimiento tan aguda como la podamos tener ahora y, sin embargo... ¿Qué pasaba?. Ya sabemos que era una época de miseria absoluta y más hambre que Caín, pero... ¿Cómo se atrevían a contar tales embustes a la gente?. Acaso querían que tanta miseria y desconocimiento se perpetuara en el tiempo?. Pues, por lo visto, sí. Eso querían. A más miseria, más alto flotaba el poder y la mezquindad. ¡Vaya tiempos aquellos!. ¡Que suerte hemos tenido de no vivir, en esa época de oscuridad absoluta!. Y ya que aquello pasó, ¿por qué no lo eliminan, limpiando la vergonzosa mancha que para ellos debería de ser?. Pensaba yo, en mi ignorancia, que la gente de la Iglesia eran sabios, pero ya no me lo parecen.


Cuenta "su" leyenda, que allá por el siglo XIV, siempre en tiempos de la Edad Media y la Inquisición, un matrimonio alemán y su hijo de 18 años hacían el Camino de Santiago y la hija de los posaderos, donde hicieron noche, se prendó del joven pero éste no le hizo caso. Agraviada escondió en su equipaje una copa de plata y al día siguiente le denunció, sabiendo que este hecho estaba penado con la horca. El hijo quedó preso y sus padres siguieron viaje para pedirle a Santiago que no le quitaran la vida. Pero el castigo se cumplió y el joven fue ahorcado. Sin embargo al volver y acercarse sus padres, para descolgarlo y enterrar el cuerpo, vieron que seguía vivo. 
- Santo Domingo me ha salvado -dijo el muchacho.


Avisado el corregidor del prodigio ocurrido, cuando estaba a punto de cenarse un pollo y una gallina asados, respondió a sus informantes riéndose: "el ahorcado está tan vivo como lo están las aves que estoy a punto de zamparme". Dicho esto pollo y gallina saltaron del plato y se pusieron a cacarear alegremente. Como celebración de "hecho" tan singular en la catedral de pueblo tan devoto se construyó un gallinero en el que un gallo y una gallina comen y beben a sus anchas, mientras obispo y sacerdotes cantan misa sin hacerles el menor caso. En la cofradía del santo tienen un lugar más espacioso para la cría de estos animales y poder reponerlos cuando envejecen, a fin de que el gallinero catedralicio esté siempre bien aprovisionado. ¡Qué cosas...!

RAFAEL FABREGAT

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