Hasta hace bien poco, siempre se pensó que Pompeya y sus habitantes acabaron su existencia el año 79 d.C., bajo millones de toneladas de lava y cenizas volcánicas del Vesubio. De hecho quien esto escribe estuvo allí y lo vió con sus propios ojos. Actualmente el turismo ha hecho milagros en muchos puntos del globo terráqueo a fin de poner en valor lugares con hechos históricos relevantes que mueven la curiosidad del visitante y Pompeya es uno de ellos. Calles, casas y monumentos de todas clases han sido despejados y es insólito pasar por donde aquellas gentes vivieron y caminaron cada día en busca de lo que necesitaban en cada momento de su vida. Pompeya fue una gran ciudad y se han invertido cientos de millones de euros en devolverle la luz del sol. Más que eso ya que, al estar 2000 años bajo la lava, se ha mantenido como si estuviese habitada ayer mismo.
De todas formas, la curiosidad por excavar y conocer como vivieron y murieron aquellas gentes, es relativamente moderna. En tiempos anteriores, no muy lejanos, la vida no era tan boyante y todos sabemos que los recursos públicos y privados eran muy limitados. Al menos en los países occidentales, la actualidad es otra y el turismo se ha convertido en un motor económico a tener muy en cuenta. Pompeya hace ya muchos años que está excavándose y en este momento ya son muchos los datos que se tienen. Palacios y viviendas de todo tipo, calles empedradas marcadas por las ruedas de los carros, casas de prostitución, hornos de pan, molinos de grano y aceite, el foro de la ciudad y estátuas de sus gobernantes, cuerpos abrasados y petrificados... Todos pensaban que en cuestión de minutos todo quedó arrasado y cubierto por la lava. Y así fué, pero no todo se cubrió con la misma intensidad y algunas gentes sin recursos volvieron al finalizar el desastre y lucharon para sobrevivir a la catástrofe.
La destrucción de vidas y posesiones fue inmediata y completa, casi todo quedó cubierto con una intensa colada de lava y cenizas, de tal magnitud que las casas colapsaron y finalizada la erupción casi nada quedó a la vista de tan inmensa ciudad. Pompeya era un desierto. Sin embargo no todos murieron. Unos porque en ese momento no se encontraban allí y otros porque ante los temblores iniciales escaparon como pudieron. Sin embargo los arqueólogos se han encontrado con la sorpresa de comprobar que algunas gentes, regresaron allí y siguieron viviendo en pisos altos, que después eran planta baja, o donde buenamente pudieron. No todos tenían medios para instalarse en otro lugar. Algunos excavaron, intentando recuperar materiales con los que comerciar, al tiempo que encontraban donde vivir
Siempre se creyó que, al menos una especie de campamento, si que hubo posteriormente pero ahora se ha descubierto que fue mucho más. Efectivamente algunas familias regresaron, si no a su casa sí al menos a algún punto de la ciudad menos afectado por la erupción. Sin embargo los arqueólogos se centraron siempre en descubrir la ciudad sepultada, sin prestar atención a la posible "segunda Pompeya". Los restos de esta segunda ocupación siempre han estado allí, pero pasaron desapercibidos. Los trabajos actuales están centrados en la llamada Ínsula Meridonalis, al sacar a la luz restos de la repoblación de la ciudad tras la erupción. Interesa conocer como resurgió la vida en tan espeluznante lugar e investigar todo cuanto sucedió después.
Vistas las pruebas encontradas, el llamado Parque Arqueológico de Pompeya ha emitido un comunicado señalando la comprobación feaciente de que la vida (reducida) continuó tras la catástrofe, al menos durante 400 años. Se trata de una historia que las autoridades quieren recuperar. Los expertos matizan que la ciudad nunca llegó a ser lo que fue, pero que llegó a ser una especie de poblado provisional que, aunque numeroso, nunca fue más allá pero que, aún así llegó al siglo V de nuestra era, cuando una nueva erupción del Vesubio del año 472 "obligó" a su abandono definitivo. Se estima que estos segundos pobladores serían gente sin recursos, gente precaria procedente de nuevos lugares, que trataron de rehacer su vida en las ruínas de la antigua ciudad de Pompeya.
RAFAEL FABREGAT
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