Hay mucha gente que, cuando recibe noticias referentes al independentismo catalán y a los beneficios que obtienen del Gobierno, cuando sus votos son necesarios para determinado asunto, se vuelven locos y se les erizan los pelos. A mí también, pero esto es muy antiguo y solo desaparece en tiempos de férrea dictadura o reyes autocráticos. El resto del tiempo y erre que erre, estos ha existido siempre. Se trata simplemente del apego al mandar, algo inherente en catalanes y vascos, desde que ambos territorios son lo que son.
La caricatura de encabezamiento representa a Emilio Castelar i Ripoll, presidente de la Primera República Española, entre 1873 y 1874. Gobernaba desde 1833 Isabel II de España mientras que Castelar militaba en la oposición monarquica desde diferentes periódicos que finalmente le costó la cátedra de la Universidad de Historia de Madrid y su condena a muerte, todo eso en 1865 con la reina Isabel II al mando de la nación.
Mandar parece ser muy goloso y apetecible, si tienes el carácter adecuado para ello y Castelar era uno de esos. A esas apetencias suele añadirse poca vergüenza y una cabeza muy despejada, tanto que Castelar escapó a París y si te he visto, no me acuerdo. Claro que en 1868 y gracias al triunfo de la Revolución que el defendía, la reina Isabel II fue destronada y pudo implantarse la I Repúblida Española que, lamentablemente para él, no llegó a los dos años de duración. Más aún que Amadeo I de Saboya, que solo fue rey de España 13 meses. En Diciembre de 1874 se restableció la monarquía en la figura de Alfonso XII, hijo de Isabel II y de su amante Francisco de Asís. El nuevo rey contaba entonces 17 años y moriría el 25 de Noviembre de 1885. Se había casado en 1878 con María de las Mercades de Orleans, que murió cinco meses después de la boda.
A finales de aquel mismo año, el presidente del gobierno le aconsejó a Alfonso XII que se casara de nuevo para asegurar la continuidad de la dinastía pero el rey, que se había casado por amor, aceptó la propuesta con desgana, pidiéndole a Cánovas que eligiera él. La elegida fue María Cristina de Habsburgo-Lorena, de 21 años de edad, sobrina de Francisco José I de Austria, pero había de cumplirse el año de luto. Mientras tanto en primavera de 1879 el rey conoció a la cantante valenciana Elena Sanz, a la que retiró del teatro y le puso un piso cerca de palacio con una asignación mensual de 5000 pesetas. ¡Un dineral!. Esta relación le dió dos hijos, Alfonso y Fernando, aunque el rey solo reconoció al primero. La relación duró hasta la muerte del rey. Todo esto no había impedido que los trámites de su matrimonio con María Cristina siguieran adelante. La boda se celebró en Noviembre de 1879, el mismo año que había conocido a la cantante y a la que seguía visitando.
Alfonso, como todos los Borbones, era una fiera sin freno y la esposa quedó rápidamente embarazada y en Septiembre de 1880 nació una niña y otra más en 1882. En 1884 el rey desencantado tuvo una nueva amante (Elena Borhgi) pero, aunque a la primera amante solo la veía en su casa, a esta última la paseaba en coche por el Retiro. Enterada la reina llamó a Cánovas dándole una semana de plazo para que solucionara el problema. Al día siguiente la nueva amante fue "descargada" al otro lado de la frontera francesa. El 25 de Noviembre de 1885 murió Alfonso XII, dejando a su esposa María Cristina embarazada de un par de meses. El 17 de Mayo de 1886 nacía en Roma el retoño, siendo nombrado rey desde el mismo día de su nacimiento con el nombre de Alfonso XIII. Actuó de Regente su madre hasta los 16 años de edad, por lo que actuó como rey de España desde 1902 hasta la llegada de la II República en 1931.
Y...¿Qué tiene todo esto que ver con catalanes y vascos?. Pues nada, que todos quieren mandar. ¡Con lo que cansa eso...! A los cuatro días de mandar todo son canas y arrugas. Pero ellos erre que erre. Y si no, que repasen la historia de Cánovas.
A los cuatro días de instaurar la I República Española tampoco estaban contentos. ¿Por qué?. Pues porque eran demasiados los que querían mandar y no había sitio para tantos. La solución...¡El federalismo!. Que cada región fuera independiente y tantos jefes como había en Madrid los hubiera (además) en cada una de las regiones y, a poder ser, sin que nada pasara por el poder central.
- ¡Uy, que bien!¡Hemos inventado la Democracia! -dijeron ellos.
El experimento se llevó a cabo en Cartagena (Murcia). El día 12 de Julio de 1873 el primer símbolo quiso ser el izar una bandera en el castillo de Galeras, que simbolizara la separación del Estado y tenía que ser roja, pero la única que encontraron fue una bandera turca, con su estrella y media luna blancas.
No pasa nada -dijeron- ¡De momento pongamos ésta!. Un comandante del ejército mandó un telegrama al ministro de Marina informando del hecho. La solución provisional fue pintar con la sangre de un voluntario, la media luna y la estrella. Después, ya con más tranquilidad, se izó en el Ayuntamiento una bandera roja hecha con la primera tela que encontraron de ese color.( Cada año Cartagena celebra aquel momento). Rápidamente el ejército republicano sofocó la rebelión. Murcia cayó al cabo de un mes y Cartagena unos meses más tarde pero, para entonces, ya habían puesto en circulación el "duro" cantonal. Viendo que no podían hacer frente al ejército nacional, los de Cartagena tuvieron la idea de izar una bandera norteamericana para frenar el bombardeo republicano. Roque Barcía, jefe cantonal, escribió al Presidente de los EEUU pero no hubo respuesta. El 12 de Enero de 1874, tras un intenso bombardeo, Cartagena se rindió y así acabó la historia del Cantón. ¿Y si el presidente Grant hubiera contestado...? ¡Ah, no se sabe...!
RAFAEL FABREGAT
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