Si el título de esta entrada es cierto, que lo es, ¡todo se puede comprar!. Digo esto en atención a un trabajo de National Geografic que nos cuenta que "En tiempos del Imperio Romano todo se podía comprar". Yo, con ese título, alucino. Pero... ¡Vaya novedad!. ¡Antes, ahora y siempre!. ¿Quien lo duda?. Es más, a veces ni siquiera hace falta dinero. Las ansias de poder son tantas y tan mezquinas que, con tal de conseguir el poder o el éxito, simplemente triunfar ó destacar, hay quien vendería a su padre. Digo padre porque... ¡las madres son sagradas y no deben mentarse!.
En la antigua Roma y en el mundo de hoy, en el apartado de la "cultura" (ay que risa con esto de la cultura) triunfa quién más aplausos cosecha. Lo que no saben algunos es que los aplausos se compran y/o se contratan. Pero eso es antiguo. Se ha llamado siempre "la claca" (o claque) y era una cierta cantidad de espectadores que, repartidos convenientemente entre el público normal, aplaudían efusiva y sonoramente alto, a cambio de ver gratis el espectáculo e incluso llevarse algún dinero a casa. Gente "profesional" que aplaude o abuchea, según quien pague más.
El emperador Neron, aficionado al canto, pagaba a cientos de ciudadanos para que aplaudieran sus actuaciones. ¿Qué hay de malo en ello?. ¿No sucede acaso lo mismo en las gradas del Congreso de los Diputados?. Y si cuela, pues eso... ¡cuela!. La compra de aplausos ha sido, desde muy antiguo, algo inseparable a la fama ya que, si falta el aplauso, se corre el peligro de caer en el olvido. Por lo tanto, no se trata solamente de la satisfacción propia del protagonista, que también, sino del éxito y continuídad del actor o del titular.
Aplaudir no es simplemente el hecho de golpear las manos, creando ese ruído característico y popular en toda clase de espectáculos deportivos o artísticos. Es mucho más. Se trata de hacerlo con el ritmo y características propias de quien siente lo que hace. Todo un arte, una profesionalidad que impide diferenciar el aplauso real del fingido.
El aplauso está tan institularizado que, algunos miembros actúan como incitadores, empezando los suyos para que público genuino les siga. Esto sigue funcionando a día de hoy, hasta el punto de haber algunos (TV) que tienen contrato y S.S. como profesionales que son. Incluso hay compañías que si, tienen un buen presupuesto, cuando actúan en provincias, se llevan su propia "claque" de confianza. Con tarifa fija y beneficios adicionales si llegaba el esperado éxito. También "Barra libre" y gastos de comidas y hospedaje. ¿Qué se pensaba de esta farsa en tiempos de los romanos?. Pues que era una práctica ambigua y tolerada por los espectadores, aunque con cierta burla si era demasiado evidente. En fin, que nunca ha sido un secreto y nadie se escandaliza por ello.
Se dice que las últimas palabras del emperador Augusto en su lecho de muerte fueron: ¡La comedia ha terminado, aplaudid...!
RAFAEL FABREGAT
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