17 de agosto de 2025

3178- EL AGUA ES LA VIDA. (7ª entrega)

CENTENARIO DE LA TRAÍDA DE AGUAS A CABANES. (1925-2025)
Edición 17-8-2025.



HISTORIAS DE CABANES. (7/13)
Imprímelas. Con el Epílogo se editará la cubierta del Documento de Expropiación del Agua, que servirá de tapa para esta Historia de Cabanes y del agua del "Racó dels Pardos".

Cabanes en la década de 1920.

Bién, pues ha llegado el momento... Como se ha dicho en entregas anteriores, la presión ciudadana y las ganas del Consistorio de dar una solución definitiva a la escasez de agua, decidió tomar cartas en el asunto. Las aguas estaban. Lejos y particulares, pero estaban. Cabanes tenía un manantial que (analizado) demostró tener las mejores aguas de la comarca y con un caudal entonces suficiente de 20-25 litros por minuto. Actualmente nos parece (y lo es) una miseria, pero entonces era mucho y muy necesario. La finca en la que brotaba agua tan espectacular era particular y propiedad de María Cubedo Falomir, viuda de Manuel Bellés Gauchía y de sus 8 hijos: Teresa, Francisco, Josefina, Plácido, Vicente, Vicenta, José y Manuel.  En principio, la finca fue aportada al matrimonio por Manuel, que la había heredado de sus padres Francisco Bellés y Vicenta García, ya difuntos, pero había un doble problema: El interesante caudal era utilizado para el regadío propio y el de una parte de sus vecinos, once en total, por pobreza e incapacidad de los propietarios para explotarlo de forma particular y completa. 


Recoger el agua, embalsarla y dotar estos trabajos de la consiguiente canalización era un gasto que el matrimonio Bellés-Cubedo no podía afrontar, por lo que brindaron a sus vecinos la posibilidad de compartir gastos y trabajos, a cambio de poder regar sus fincas de forma proporcional a lo aportado. 
Llegados a este punto, hemos de retroceder en el tiempo, para explicar la situación del manantial...
Tras la Desamortización de Mendizábal (1836), con el fin de normalizar la propiedad y dar mayor productividad a las tierras de una Corona económicamente diezmada por los gastos de Sucesión y la consiguiente Guerra Carlista, el citado Ministro de Hacienda puso a disposición de los españoles, mediante subasta, las tierras municipales, las improductivas y las requisadas al clero. En prácticamente todas las localidades, antes de hacer pública la subasta, los mandatarios escogieron las propiedades de su interés. Visto lo que quedaba, fueron pocas las fincas adjudicadas posteriormente y a bajo precio. La parte más alta de las montañas no interesó a nadie y quedó propiedad de los Ayuntamientos aunque, finalmente y a precios irrisorios, se adjudicó la mayor parte de ellas a las familias más influyentes, como posible zona de pastos para el ganado. 


Casi de inmediato y para justificar la adquisición, por no decir regalo, se levantaron decenas de corrales por todo el término municipal. En cuanto a las zonas premontañosas y según lo oído a nuestros padres y abuelos, las normas que se ofertaron eran que, todo aquel que estuviera interesado en limpiar una parcela de esas características (pre-montañosas) y dotarla de cualquier tipo de cultivo, sería reconocido por la autoridad municipal y del Catastro, como propietario de la misma. 
El matrimonio Francisco Bellés y María Gauchía (tatarabuelos de quien escribe) no se lo pensaron dos veces pues conocían una zona de su interés y, ante la extrañeza del vecindario, por tratarse de umbría y no el carasol que todos buscaban, marcaron la parcela que todos conocemos como el "Racó dels Pardos" y tras su limpieza la dividieron en terrazas. 
Aprovechando la mucha piedra que encontraron, construyeron paredes y la masía que sería su hogar y en la que vieron nacer a sus hijos. 


No tenemos constancia de cuantos fueron sus descendientes ni cual su destino, pero sí sabemos que Manuel Bellés Gauchía, hijo mayor de los creadores de la finca en cuestión, fue el heredero de esa propiedad, compartida con su esposa María Cubedo Falomir y que ambos siguieron explotándola de manera exuberante y continuada. Tanto fue así que con aquella pequeña propiedad alimentaron a sus ocho hijos vivos y aún tenían excedentes que subían a vender al pueblo, donde tenían casa en la calle de las Eras, nº7, y que usaban cada vez que subían, adquiriendo con el tiempo otra en el nº5 del Carrer de Castelló. 
Después, ya perdida el agua... "El hombre propone y Dios dispone". 
Dos hijos (Plácido y Vicenta) buscaron nuevos horizontes marchando a vivir en Francia; una a Barcelona (Josefina) y otro (Francisco) a Oropesa. Quedaron en Cabanes Teresa, Vicente, José y Manuel. 
Teresa, la primogénita, se casó con José Condill Pitarch, de origen irlandés; José y Manuel también se casaron en Cabanes. Vicente quedo soltero y vivió con sus padres en la casa familiar de Eras, nº7, donde murió quemado... Ya muy mayor se durmió frente a la chimenea, en una fria tarde de invierno, con tan mala fortuna que se le prendió la ropa que llevaba y despertado por el dolor que el fuego le ocasionaba empezó a correr hacia la calle para buscar ayuda, pero ya era tarde y no llegó a ella. Bajando las escaleras de la "cuina naya" (cocina en alto) no pudo llegar al final de los escalones que lo separaban de la "entrada" y la calle y agarrado a la barandilla murió calcinado. Curiosamente Vicente, este hijo soltero de la familia Bellés-Cubero, era el propietario de la parcela donde se encuentra el manantial que abastece a Cabanes por medio de la Fuente del Buensuceso. Por esa circunstancia, a su muerte, esa parcela pasó a ser propiedad de su madre y hermanos, motivo por el cual es de todos los descendientes de la familia. 
(Continuará... el próximo domingo 24-8-2025).  ¿Se hace corto, verdad?. ¡A mí si que me lo parece!.

Rafael Fabregat Condill
Os diría que quien escribe también es "Pardo", pero creo que ya lo sabéis..

NOTAS.- (1) Con el Epílogo de esta narración, publicaré la cubierta del Documento de Expropiación del agua, que servirá de tapa. (2) En todos mis escritos he puesto las fotos a un lado del folio pero, últimamente lo hago al centro para que quien lo lea con el móvil lo vea mejor.

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