Hablamos naturalmente de Tutmosis III, sexto faraón de la XVIII Dinastía que reinó en Egipto entre los años 1479 y 1425 a.C.
Fue sin duda uno de los faraones más importantes y poderosos, siendo durante su reinado cuando se alcanzó la máxima extensión territorial del país.
Era hijo de Tutmosis II y de una concubina real (Isis) que ni siquiera ostentaba el título de esposa secundaria. Había pocas posibilidades de alcanzar el trono pero la Gran Esposa Real (Hatshepsut) no le dió al faraón descendencia masculina y debido a la prematura muerte de su padre, con solo nueve años, el pequeño y desconocido Menjeperra Dyeutymose ascendió al trono como Tutmosis III. Justamente por su corta edad, la reina viuda Hatshepsut no solo se encargó de la regencia sino que, dos años después, se autoproclamó faraón de Egipto y gobernó hasta su muerte en 1468 a.C., haciendo caso omiso al momento en el que su hijastro alcanzó la mayoría de edad. Ya sin la reina eclipsando su poder, Tutmosis III reinó como faraón sin ataduras. Aún así, gracias a su larga vida, gobernó Egipto durante 59 años. Organizó 17 campañas militares que ampliaron y consolidaron el territorio egipcio pues sus carros de combate recorrieron el Eúfrates, Siria, Palestina y Libia, recibiendo el apelativo de "el Grande".
Corría el año 2007 cuando la arqueóloga sevillana Myriam Seco comenzó las excavaciones en Luxor, buscando el templo funerario de Tutmosis III. Un simple pedregal enterrado bajo la arena del desierto, una colina de piedras de la que nada o poco se esperaba pero...
- Ya que está junto a la misma carretera, echaremos un vistazo.
Pero ¡ah!, el mundo de la arqueología está lleno de sorpresas de este tipo. En la orilla oeste del Nilo, frente al pico Qurna, se había levantado 3.500 años antes el Templo de Millones de Años dedicado al emblemático faraón Tutmosis III y una parte del mismo justamente sobre la que fue tumba de su 'madrastra', la reina Hatshepsut.
Poco respeto debió tenerle quien había visto arrebatado su trono durante 22 años, puesto que la esposa de su padre gobernó hasta su muerte, cuando ya Tutmosis III contaba 31 años de edad.
Hacía muchos años que se sabía que aquel inmenso pedregal era lo que quedaba del Templo de Tutmosis III pero nadie lo había investigado a fondo, dado que no parecía tener mucho interés. Sin embargo, cosas de la arqueología, el resultado fue de una fecundidad que nadie esperaba. No solo apareció el Templo, sino varias necrópolis que abarcan más de 1500 años de historia del Antiguo Egipto.
Veinte arqueólogos y más de 150 peones locales trabajaron durante meses y meses dentro del muro de adobe que cierra el recinto donde se halla el enclave del Templo y la necrópolis. Los hallazgos en la necrópolis empezaron con tumbas humildes de la XI dinastía. Después, justo debajo del templo, ya tumbas de pozo y pasillo de las dinastías XII y XIII. Los relieves de arenisca cuentan la historia de Tutmosis III, sus batallas y cacerías...
De pronto un complejo funerario con más de una decena de momias en su depósito. Una tumba con el cartonaje, fechado en el Tercer Periodo Intermedio. El proyecto es ahora convertir todo el enclave en un nuevo museo al aire libre, donde los turistas tengan la posibilidad de ver cómo era el Templo del faraón y la necrópolis de las gentes que durante siglos mantuvieron la actividad del recinto.
El Templo se iniciaría durante el reinado de Hatshepsut y debió tener mucha actividad, teniendo en cuenta los miles de vasijas de ofrendas desechadas junto al muro del recinto. Se estima que el complejo no solo estuvo en activo durante los reinados de Tutmosis III y su hijo Amenofis II, sino más de una docena de faraones posteriores. El equipo encontró habitaciones anexas de la época de Ramsés II y joyas, marfil y cuchillos mágicos encontrados en la tumba de Menkheperrá, sacerdote de Tutmosis III, ahora trasladados al Museo de Luxor. Ya abandonado el Templo, el recinto alojó sucesivas necrópolis hasta la dinastía XXVI. Después fue saqueado por otros faraones para llevarse las piedras a sus nuevas construcciones. Y ahí está el trabajo, la meta y el mérito de los arqueólogos, devolver a la vida lo que está muerto y enterrado miles de años atrás...
RAFAEL FABREGAT
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