Como ya sabrán la mayoría de los lectores, el juego del muelle es una práctica sexual en grupo que tiene alarmados a padres y a profesores por los riesgos de salud y embarazos no deseados que comporta. Son modas pasajeras, que algunas veces llegan para quedarse y ésta puede ser una de ellas. Hay dos formas de jugar, una divertida que se juega con la ropa puesta y otra que se juega con la parte de abajo quitada y con el consiguiente peligro. El problema es que el juego puede empezar con la variante inocente y divertida, pero de esa variante a la otra no hay más que un paso que es muy fácil traspasar. Vamos a aclararlo para quienes no lo conozcan y al mismo tiempo para que puedan intentar evitar esa práctica entre los suyos, que la cosa empieza como un juego y nueve meses después...
El juego ha llegado a España, procedente de Sudamérica, y trae de cabeza a cualquier padre que tenga un adolescente en casa. De momento son prácticas aisladas pero con la moda, al menos en los pueblos españoles, de que los jóvenes actuales tengan una "peña" (casa para sus reuniones y fiestas) en la que campan a sus anchas, la práctica del "muelle" es algo festivo-sexual que a cualquier joven le puede apetecer y que, de hecho, en alguna de esas peñas se practica todos los fines de semana. La cosa -repito- comienza como un juego y acaba con una peligrosa apuesta cuyo final nadie puede predecir. Que los padres lo sepan puede servir para que puedan advertir a sus hijos de que esa no es la mejor manera de descubrir ni disfrutar el sexo. Pero vayamos al asunto...
En sudamérica lo llaman 'la ruleta sexual' y la cosa no puede ser más sencilla. Vestidos o desnudos de cintura hacia abajo, juegan chicos y chicas en una especie de corro. Los chicos, sentados sobre una silla o sofá, e incluso acostados en el suelo boca arriba, se mantienen en su posición mientras, al son de la música, las chicas se sientan sobre ellos buscando la penetración (simulada o real, según sea con ropa o sin ella). Cada 30 segundos las chicas se levantan y rotan al chico siguiente de forma ininterrumpida hasta que uno de ellos eyacula. Ese es naturalmente el perdedor del juego, pero la danza continúa hasta que se corren todos, siendo el último el ganador del juego. Muchas veces, casi siempre, no se utiliza método alguno de protección y es ahí donde se produce el problema mayor, por enfermedades y embarazos no deseados.
Como es lógico, tales prácticas solo se dan entre gente con escasa educación y nulo control paterno, pero en un momento determinado el 'jueguecito' puede darse donde menos te lo esperes y muy especialmente en reuniones juveniles donde no hay vigilancia de ningún tipo. A España el juego del muelle llegó en 2014 y actualmente está en su punto culminante. Aunque no esté muy generalizado, preocupa bastante a los padres que no saben cómo atajarlo. Está claro que los riesgos, aunque no sean de gran importancia, están ahí. Eso sin contar la mala reputación que les queda a las chicas que practican el jueguecito de marras. A pesar de la mucha información a la que acceden los jóvenes a través de Internet, en el fondo están como siempre. La pubertad es un camino que hay que recorrer.
En todo caso los profesionales aconsejan a los padres una educación sexual real y potente. Lo que el profesorado explica en las aulas no es suficiente y ahora más que nunca el apoyo paterno es fundamental para aclarar los conceptos. Los jóvenes deben saberlo todo sobre el sexo, para así poder decidir a conciencia el como y el cuando dar ese paso. Supongo que estaremos todos de acuerdo, al menos los mayores, de que el juego del muelle es una práctica que no lleva a ninguna parte y especialmente a la mujer. Casi un 'juego de niños' pero de consecuencias imprevisibles y que, por muy divertido que pueda ser, ya todos desnudos puede acabar en una bacanal que no lleva a nada bueno. La educación es la mejor medicina para las situaciones de riesgo.
RAFAEL FABREGAT
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