El año 40 a.C. Roma nombraría a Herodes el Grande rey de Judea y otras regiones anexas que gobernó hasta su muerte en el año 4 a.C. Es en ese momento cuando su esclavo Simón de Perea aparece en escena... Aunque Herodes designa sucesor a su hijo Arquelao, Simón se apodera de la región y reclama para sí la dignidad real de su señor. Naturalmente los romanos no lo aceptan, dominan la revuelta y matan al cabecilla, repartiendo Augusto el reino entre los tres hijos de Herodes.
El siglo I a.C. fue prolífico en todo lo relativo al esperado Mesías que, según los antiguos manuscritos, había de venir a salvar a la humanidad, motivo por el cual éstos florecieron como hongos por todas las regiones del entorno. Simón de Perea, fornido y bien parecido, según el historiador Flavio Josefo, fue uno más de aquellos que se autoproclamó como tal debido -afirmó- a una revelación del Arcángel Gabriel que le invitó a ello. ¿Era esa una prueba, o fue una excusa frente a los romanos intentando salvar la vida?. Lo único que se sabe al respecto es la inscripción que hay en la piedra Jeselsohn, que habla de este personaje al que Gabriel le dice que en tres días resucitará. La piedra fue encontrada cerca del Mar Muerto a finales del siglo XX.
David Jeselsohn, un coleccionista suizo, había comprado esta estela del siglo I a.C. a un anticuario jordano en Londres. Los estudios del texto que contiene, parecen indicar que los judíos ya tenían clara la existencia de un Mesías que resucitaría entre los muertos, antes incluso del nacimiento de Jesús. En el texto de la citada estela, en hebreo y a dos columnas, el Arcángel Gabriel habla de un "Príncipe de príncipes": "En tres días vivirás. Yo, Gabriel, te lo ordeno". Ya que en otros puntos del texto se habla de la sangre derramada, como camino hacia la perfección, los académicos sugieren que refiere la revuelta judía contra los romanos y la muerte del líder judío que la llevó a cabo. Indudablemente ese líder fue Simón de Perea, el antiguo esclavo de Herodes el Grande aunque, naturalmente, no faltan opiniones en contra de estas interpretaciones.
Como todos sabemos, el historiador Flavio Josefo narra la revolución de un esclavo del rey Herodes el Grande en el año 4 a.C. "Dicho esclavo por tener conocimientos y un porte distinguido se creyó con derecho a llevar la corona real sobre su cabeza, motivo por el cual organizó la citada revuelta y ordenó prender fuego al palacio de invierno de Herodes, en Jericó. Los romanos dominaron rápidamente la rebelión y Simón fue ejecutado y abandonados sus restos en un barranco para que lo devoraran las alimañas, mientras que sus seguidores, más de 2.000, murieron crucificados junto al camino de acceso a la ciudad".
Lo que no queda claro es si la revuelta que se refiere en la estela Jeselsohn es la misma que narra Flavio Josefo, ya que la tabla no dice el nombre del "Príncipe de príncipes". La Historia nos revela, eso sí, que en aquellos tiempos se hablaba mucho sobre la llegada de un Mesías de tipo davídico que, apoyado por el poder de Dios y cumpliendo los pactos de la Alianza, protegería militarmente al pueblo elegido liberándolo de la tiranía romana. Los filólogos especialistas no tienen duda alguna sobre la autenticidad de la piedra puesto que letras, gramática y retórica corresponden a los últimos años del siglo I a.C. lo cual concuerda con la revuelta de Simón de Perea que murió justamente 4 años antes del nacimiento de Jesús de Nazaret, como bien relata Josefo con todo lujo de detalles.
La estela de Jeselsohn cuenta que el protagonista saquea y quema una ciudad y comprobado está que Jericó fue quemada en esa época. Dice también que al protagonista lo matan los romanos y su cuerpo es abandonado para que se pudra, impidiendo su sepultura, algo terrible desde el punto de vista religioso y espiritual en aquellos tiempos. Todo parece coincidir con los relatos de Josefo, sobre Simón. Los expertos cuestionan que en aquella época escribieran con tinta sobre piedra, aunque no cuestionan la autenticidad de la misma. Parece ser que se inclinan por pensar que la estela podría ser una especie de cartelera pública, realizada en piedra para que las inclemencias del tiempo no le afectasen con rapidez. Esto explicaría la mayor distancia entre líneas, a fin de poder leerla a más distancia de quien lee un documento sobre una mesa. Salvo que hubiera "otros Mesías" en esos mismos años, todo indica que efectivamente la estela se refiere a Simón de Perea. La duda mayor estriba, si acaso, en la palabra de cuatro letras y que tiene la última borrada. "Y al tercer día levántate y VIV..." En el idioma de la tabla, falta la E de VIVE. El problema es que cabe otra interpretación diferente, pues los eruditos dicen que VIV es sinónimo de "ven a nosotros", lo cual no es tan diferente puesto que para poder ir hay que resucitar.
Intuyo que los lectores se habrán quedado como estaban. No me extraña. Así estoy yo...
RAFAEL FABREGAT
El siglo I a.C. fue prolífico en todo lo relativo al esperado Mesías que, según los antiguos manuscritos, había de venir a salvar a la humanidad, motivo por el cual éstos florecieron como hongos por todas las regiones del entorno. Simón de Perea, fornido y bien parecido, según el historiador Flavio Josefo, fue uno más de aquellos que se autoproclamó como tal debido -afirmó- a una revelación del Arcángel Gabriel que le invitó a ello. ¿Era esa una prueba, o fue una excusa frente a los romanos intentando salvar la vida?. Lo único que se sabe al respecto es la inscripción que hay en la piedra Jeselsohn, que habla de este personaje al que Gabriel le dice que en tres días resucitará. La piedra fue encontrada cerca del Mar Muerto a finales del siglo XX.
Jeselsohn y la famosa estela de la discordia. |
Como todos sabemos, el historiador Flavio Josefo narra la revolución de un esclavo del rey Herodes el Grande en el año 4 a.C. "Dicho esclavo por tener conocimientos y un porte distinguido se creyó con derecho a llevar la corona real sobre su cabeza, motivo por el cual organizó la citada revuelta y ordenó prender fuego al palacio de invierno de Herodes, en Jericó. Los romanos dominaron rápidamente la rebelión y Simón fue ejecutado y abandonados sus restos en un barranco para que lo devoraran las alimañas, mientras que sus seguidores, más de 2.000, murieron crucificados junto al camino de acceso a la ciudad".
Restos de las antiguas murallas de Jericó. |
Intuyo que los lectores se habrán quedado como estaban. No me extraña. Así estoy yo...
RAFAEL FABREGAT
Muy interesante
ResponderEliminarMuchas gracias. Así lo pienso yo. Un abrazo.
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