No podía ser de otro modo. El final del Imperio Español en América tuvo en el Virreinato del Perú una épica despedida teñida de sangre. El escenario fue El Callao, al principio inmune a la fiebre independentista que se extendió como la pólvora en todo el continente americano. Para someter a las últimas tropas españolas en el Perú fue necesaria la unión de las tropas de Simón Bolívar y José de San Martín.
En Junio de 1821 el virrey José de la Serna ordenó evacuar Lima, dando vía libre para la proclamación de independencia de Perú, pero la capital todavía cambiaría varias veces de manos hasta la Batalla de Ayacucho y la derrota del mayor contingente español que todavía seguía en pie. Sin embargo, paralelamente a los sucesos de Ayacucho, quedaba una última guarnición que resistió de forma suicida...
Ante la imposibilidad de contener la rebelión en campo abierto el coronel José Ramón Rodil se atrincheró con 2800 soldados españoles en la Fortaleza del Real Felipe del Callao, construida tiempo atrás para la defensa del puerto, contra los ataques piratas y corsarios.
Lima y esta fortaleza habían sido recuperadas por los españoles antes del desastre de Ayacucho. El general Monet había entrado victorioso en Lima el 25 de Febrero de 1824 y había nombrado a José Ramón Rodil jefe de la guarnición del Callao. Sin embargo Lima fue recuperada de nuevo por los independentistas en la Batalla de Junin el 6 de Agosto del mismo año y, como se ha dicho anteriormente, aunque todos esperaban que Rodil capitulara sin más resistencia, éste y un contingente de 2.800 hombres a sus órdenes se negaron a rendirse.
Atrincherado en la Fortaleza de El Callao el comandante Rodil se negó incluso a recibir a los enviados del virrey De la Serna por considerarle poco menos que un desertor. Tampoco quiso escuchar a un emisario de Simón Bolívar, que daba por hecho que lo haría habida cuenta los generosos términos que se le ofrecían si capitulaba. A juicio de Rodil no había marcha atrás.
La entrada de Bolívar en Lima provocó la huida de unos 8.000 españoles o leales a la Corona Castellana, que se refugiaron en El Callao convirtiéndolo en el último bastión español en tierras americanas.
A continuación 4.700 soldados liderados por el venezolano Bartolomé Salon asediaron el recinto amurallado con la artillería pesada durante dos años. Se calcula que lanzaron más de 20.000 balas de cañón, más de 300 bombas y millones de balas de fusil. Rodil había combatido contra Napoleón y ya en Sudamérica había prestado valiosos servicios en Talca, Cancharrayada y Maipo, por lo que coleccionaba cicatrices y múltiples medallas por su valor y por los servicios prestados. Resultó difícil alimentar a tan ingente cantidad de refugiados y mantener un régimen casi carcelario que evitara las deserciones. En un solo día llegó a fusilar a 36 conspiradores.
El hambre y las nulas condiciones sanitarias hicieron que Rodil optase por abrir las puertas y mandar a los civiles hacia las tropas libertadoras pero éstas las rechazaron a tiros, sabedores que el hambre de los españoles era su mayor aliado. Solo el 25% de los refugiados sobrevivieron al doble fuego. A principios de enero de 1826 el coronel Ponce de León desertó y poco después el comandante Riera hizo lo propio. Ya sin comida, sin municiones y sin esperanza de recibir ayuda desde España, Rodil accedió a negociar con el venezolano.
El 23 de ese mismo mes los españoles entregaron la fortaleza y sus armas con la condición de que se les respetara la vida de todos ellos, incluida la de Rodil. Mejor o peor parados, salieron de entre las ruinas 376 soldados. Algunos oficiales libertadores pretendieron linchar a Rodil pero Bolívar lo impidió diciendo que "el heroísmo no es merecedor de castigo".
De regreso a España, Rodil fue nombrado Mariscal de Campo y otorgado el título de marqués de Rodil. Durante las Guerras Carlistas alcanzó la graduación de general y en 1840, cuando Espartero fue nombrado regente de la reina Isabel II de España, Rodil fue nombrado Presidente del Consejo de Ministros. Falleció en Madrid el 20 de Febrero de 1853 a la edad de 64 años.
RAFAEL FABREGAT
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