Aunque solo sea por conmemorar la fecha de hoy, día 12 de Octubre, es obligado escribir sobre la odisea del mal llamado "Descubrimiento de América", un descubrimiento que no era tal, puesto que el continente americano hacía millones de años que estaba allí.
Cuentan las lenguas de doble filo que el 13 de Octubre de 1307 una flota de buques de la Orden del Temple salió de Francia a toda prisa, huyendo de la persecución del francés Felipe IV. El monarca había puesto precio a sus cabezas, debido a la inmensa fortuna y poder acumulados por una Orden que se llamaba a si misma 'de los Pobres Caballeros de Cristo'. Sin nada que perder dirigieron sus naves hacia el oeste y, según la leyenda, llegaron a tierras americanas. Cuando los españoles llegaron a Yucatán, los indígenas les contaron que otros hombres blancos habían estado allí muchos años atrás...
De lo que sí hay constancia es que los nativos americanos tenían asumida la idea de que "Algún día llegarían por mar grandes hombres vestidos de metal que cambiarían su vida para siempre". Lo cierto es que la llegada de los españoles les llevó enfermedades y muerte pero, siendo una civilización más avanzada, también les hizo llegar conocimientos que ayudaron a generaciones futuras. En fin, para bien o para mal, pasó lo que pasó y no podemos cambiarlo. La cuestión es que España no tiene un solo grano de arena de aquellas tierras que descubrió para Europa y para el mundo. Cristóbal Colón en realidad no pretendía descubrir nada, porque nadie sabía que aquella inmensa masa de tierra estaba allí. Basándose en los escritos de Marco Polo y teniendo claro que la tierra era redonda, Colón se dirigía a la isla de Cipango (Japón) pues aquel escribió que era territorio repleto de oro y especias.
Como todos sabemos el 12 de Octubre de 1492 y tras dos meses de navegación, Colón divisó tierra. Bueno, en realidad la carabela Pinta iba delante y fue el marinero Rodrigo de Triana quien vio tierra en primer lugar. De todas formas no eran 'las indias' y mucho menos el Cipango que buscaba Colón para sus adentros, sino Guanahaní, una pequeña isla de Las Bahamas, a medio camino entre la República Dominicana y Florida. Claro que Colón no podía saberlo y en principio pensó haber llegado a su áureo destino. La bautizó con el nombre de San Salvador, habida cuenta que sus hombres ya estaban al borde del colapso y las broncas eran diarias. A partir de ese momento y viendo que no era lo que él esperaba, Colón se dispuso a buscar islas más grandes en la confianza de hallar el soñado Cipango.
Los indígenas le hablaron por señas de una gran isla al suroeste y allá que se fue Colón esperando que fuera la que buscaba. Colón halló una isla ciertamente grande (Cuba) y pensando que sería Cipango envió emisarios al interior que no encontraron el oro ni las especias soñadas. Después de otras muchas experiencias negativas finalmente regresó a España, dejando para nuevos viajes la exploración de tantas islas y vastos territorios que parecían esperar su llegada. Colón repitió hasta en cuatro ocasiones su viaje por tierras americanas, pero no encontró Cipango ni camino alguno que le permitiera atravesar aquel enorme continente para poder seguir navegando hacia el oeste donde, con oro o sin el, sabía seguro de la existencia del 'la tierra del oro', descrita por Marco Polo.
De todas formas, para quienes financiaron el viaje, el motivo no era descubrir nuevas tierras, sino traer a occidente las especias con mayor rapidez y por tanto con menor coste. Ese era el proyecto presentado a los Reyes Católicos, aunque Colón tuviera en mente otros objetivos más personales y por tanto secretos. Sin embargo la aventura no le salió como esperaba y murió sin poder poner pie en aquel 'dorado Cipango' al que, según Marco Polo (s.XIII), el oro era tan abundante que sus habitantes no lo tenían en consideración y por lo tanto no se molestaban en extraerlo. Con ese sueño secreto emprendió Colón un viaje teóricamente dirigido al abaratamiento de las especias y con él murió sin saber que Cipango estaba 7.500 millas más al noroeste de Guanahaní. Aunque América no hubiera existido, jamás habría podido llegar...
RAFAEL FABREGAT
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