Y después... ¿qué?. Hay que ver lo que somos capaces de hacer, cuando las cosas van mal.
- Al hambre no hay pan duro -decían nuestros padres y abuelos, pero ellos estaban acostumbrados a sufrir más privaciones de las que nosotros conocemos. Estos son otros tiempos. Como tantas veces se ha dicho en este mismo Blog, no se añora lo que se desconoce, pero una vez conocido ¿quien puede vivir sin ello?. El momento actual es justamente el contrario. Hemos conocido momentos, no tan lejanos, en los que simples trabajadores compraban casas de lujo y apartamentos en primera línea de playa, sin tener un duro. Y no pasaba nada. Créditos a 20 años, a 30, a 40... ¿Acaso los pobres no tienen derecho a tener una casa como Dios manda?. ¡Claro que sí, siempre que puedes pagarla!. Todo funcionaba, hasta que las letras quedaron impagadas. Ante la imposibilidad de que eso durara eternamente, en tiempos de vacas gordas ya se hablaba de la situación que estamos viviendo, como algo probable a medio o plazo.
Con una sociedad siempre al alza, acostumbrada a escalar un peldaño tras otro, ¿qué podría pasar el día que llegásemos al final de la escalera del bienestar?. ¡Un mundo sin pobres es imposible, alguien tiene que trabajar!. Estaba claro que llegados a ese punto solo cabía retroceder, lo cual solo puede desencadenar conflictos y revoluciones. Todavía viven algunos de los que hace 80 años conocieron la libertad y la democracia de la década de 1930, bruscamente recortada mediante un Golpe de Estado y una guerra civil de tres años de duración y unos 300.000 muertos y otros tantos heridos de diferente consideración. Por si eso nos parece poco detrás vino una dictadura y una hambruna general, con racionamiento para el bando ganador y sin pan para los vencidos.
Estaba claro que la crisis de 2008, todavía no resuelta a día de hoy (y van ocho años) traería consecuencias graves. Así ha sido en todas las anteriores y ésta no había de ser menos. Lo que sucede es que estos periodos de falta de trabajo y escasez de recursos, siempre son para los mismos. Otra cosa que la hace diferente y más grave que otras, es que partimos de un periodo de 'vacas gordas' nunca antes conocido y... ¿quien es capaz de adaptarse a sufrimientos anteriores, no conocidos en su propia piel?. Quien esto escribe nació a finales de la década de 1940, en el seno de una familia de izquierdas y pobre de solemnidad. Se casó con una mano delante y otra detrás, pero con ganas de trabajar y de escalar peldaños. Pero esto no es lo que impera ahora, con poco trabajo y menos ganas de hacerlo.
¿Alguien ha visto llover billetes del cielo?. Son demasiados los que malviven con ayudas sociales o familiares, buscando sobrevivir con el sudor de los demás. Naturalmente yo no me hice rico, ni mucho menos pero, trabajando como un burro, alcancé metas jamás imaginadas por mis mayores. Tuve suerte y ganas de luchar. Es muy difícil tener suerte si no tienes ganas de trabajar. El dinero no lo regala nadie, ni ahora ni nunca. A los 'listos', que quieren ganar mucho trabajando poco, se les ve pronto el plumero y se quedan viéndolas venir. La crisis actual ha dinamitado muchas economías domésticas. Las de gente honesta y trabajadora y la de golfos que años atrás podían vivir y vivían chupando el 'cuerno de la abundancia', pero todos sabemos que aquella época ha terminado y no va a volver. Habrá que ponerse las pilas. Empezar nuevamente de cero. Eso, o dinamitar España.
Para quienes no sepan qué hacer les diré mi opinión... Empezar de cero es realmente difícil, casi brutal, pues hay que volver a los tiempos del mucho trabajo y las malas remuneraciones, pero hay que meter la cabeza en algún sitio y esperar a que vengan tiempos mejores. Eso o reventar el país, con tu casa y tu familia dentro. Los milagros que algunos partidos pregonan, ¡no existen! y ello lo saben, pero viven de la palabra fácil, del engaño que supone presentar como válidas utopías de imposible aplicación. Nos falta demasiada cultura política pues, aún sabiendo que solo dicen mentiras, les creemos y les damos nuestro voto. Ya son casi cuarenta años en Democracia, pero en verdad son pocos. Mucha gente todavía no sabe distinguir entre lo posible y lo imposible y cree 'a pies juntillas' cuanto le dicen. Los de un bando y los del otro. Nos faltan conocimientos y criterio para poder saber hasta donde llega la verdad y la mentira de unos y otros. Cuando eso ocurra, sabremos discernir y hasta incluso acallar las voces de quienes solo actúan con engaños para encumbrarse en el mullido sillón del poder. Hasta entonces solo nos queda dar palos de ciego y rezar... Rezar para que nos sea leve.
RAFAEL FABREGAT
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