Por fin me entero de que el extraño nombre se refería a la histórica Anatolia, cuna de las civilizaciones de Asia Menor. Un territorio que comprende la mayor parte de la moderna Turquía y lugar habitado desde muy antiguo por ser punto de inflexión entre Europa y Asia. Son varios los asentamientos neolíticos en este territorio, algunos de los cuales se tienen por los más antiguos del planeta. Una de las ciudades más conocidas es Troya.
Habitada desde más allá del III milenio a.C. fue enclave legendario en el que discurrió la famosa Batalla de Troya. Poco o nada sabríamos de no ser por la Odisea y el poema épico de Homero, donde se describe esta célebre batalla. Apenas queda nada de la histórica ciudad y de sus impenetrables murallas, pero basta lo que hay para que la imaginación de los amantes de la Historia seamos conscientes de la lucha y la sangre derramada entre aquellas paredes.
Losa con inscripción jeroglífica hitita. |
Posteriormente se establecerían los Frigios que tuvieron papel decisivo en la destrucción del reino Hitita y en la caída de la henelística Troya, puesto que la costa occidental estaba ocupada por los griegos, ya desde el 1200 a.C. Frigia fue un gran reino de la época arcaica griega. Campo de batalla para los muchos pueblos vecinos que envidiaban la potencial agricultura de irrigación que lograron desarrollar. A pesar de su gran esplendor, este reino apenas logró sobrevivir un par de siglos, entre el VIII y VII a.C. La historia de este pueblo la narra Herodoto, cuando refiere el suicidio de su rey Midas al ser vencido por los Cimerios en el 676 a.C. Tras la caída del reino Frigio y el establecimiento temporal de diferentes estados, todo el territorio fue conquistado por el Imperio Persa que lo dominó entre los siglos VI y V a.C.
Las cosas siguieron así hasta la conquista de Alejandro Magno en el año 334 a.C. pero tras la muerte del gran emperador macedonio el territorio fue repartido entre sus generales y convertido en pequeños reinos que sucumbieron en el siglo I a.C. ante el ímpetu arrollador del Imperio Romano. Para no dejar nada en el tintero añadiremos que el año 324 de nuestra Era, el emperador Constantino eligió Bizancio como capital del Imperio Romano de Oriente (Imperio Bizantino) y allí siguieron hasta mediados del siglo XV cuando el sultán Mehmet II conquistó aquel territorio para los turcos u otomanos. Otros recortes habidos en la I Guerra Mundial dejarían la actual república turca como la conocemos actualmente.
RAFAEL FABREGAT
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