21 de noviembre de 2025

3280- ¿SE PUEDE MORIR POR PENSAR.?


Claro que se puede, sobre todo si piensas en voz alta y más aún si lo escribes. Y si no lo crees, pregúntale a Sócrates, aquel filósofo ateniense que nació en el año 470 a.C. y que murió ejecutado en el 399 a.C. La órden se cumplió obligándole a tomar la cicuta, una planta extremadamente venenosa que, previa cocción se tomaba mezclada con vino. La preparaba el verdugo cocinándola peviamente y después se la daba a beber a la víctima. Sócrates murió "porque quiso", es decir: El trinunal de Atenas le dió a elegir entre renunciar a sus ideas o morir envenenado con la cicuta, ante lo cual el declaró que un hombre no es nada sin sus ideas, por lo que fue ejecutado. Un crimen insólito contra una de las mentes más brillantes que ha dado el mundo a la Filosofía.

 
Jamás escribió nada de lo que a todos predicaba puesto que, hombre prudente, siempre pensó que hacerlo era demasiado arriesgado pues se prestaba a confusión. Todo lo que conocemos sobre sus ideas y su obra fue descrito por sus discípulos más fieles: Platón, Aristófanes, Aristipo o Esquines, los cuales lo convirtieron en interlocutor principal de sus obras. Sócrates no necesitaba un aula en importante universidad, puesto que enseñaba en la calle, las plazas (ágora) e incluso en fiestas y banquetes. Ya que sus enseñanzas eran gratuítas, cualquier sitio de la vía pública era bueno para expresar sus sentimientos y enseñanzas. Sócrates dudaba de todo, motivo por el cual su pensamiento se basaba en el diálogo, la postura crítica y la sospecha en las verdades que otros creían evidentes.


Por esta razón y a pesar de haber participado, como fiel ciudadano de su país, en tres batallas de la Guerra del Peloponeso, sus ideas políticas y su participación en debates que involucraban a los políticos de la ciudad de Atenas eran contradictorias. En principio no estaba de acuerdo con algunos aspectos de la Demoracia y en la oligarquía reinante pero, sin embargo, jamás estuvo en contra de las leyes vigentes de la ciudad. A pesar de todo y sabiendo de qué acusarle, lo hicieron por predicar entre los jóvenes ideas contrarias a la razón lógica y política de su tiempo. Es decir: Por corromper a la juventud que seguía sus enseñanzas. Sin embargo una de sus frases más célebres fue la de "solo sé que no se nada", lo que demuestra su humildad y sabiduría.

Rafael Fabregat Condill

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