20 de noviembre de 2025

3279- LAS PUTAS DE FELIPE.


Felipe IV de España nació en Valladolid el 8 de Abril de 1608, hijo de Felipe III y de Margarita de Austria, rey de la Monarquía Hispánica desde 1621 hasta 1665. Su reinado fue el más largo de la Casa de Austria y el tercero de la Historia de España superado, como no podía ser de otra forma, por dos Borbones: Felipe V y Alfonso XIII. Parece ser que lo de "trabajar por la noche" es muy sano para el cuerpo y el alma; porque los reyes de entonces y de siempre, alimentarse, todos se alimentaban bien. Solo ese puntito del trabajo nocturno es el que alarga la felicidad y la vida. Para los asuntos de Estado tenía grandes hombres que le solucionaban cualquier problema, así que él les dejaba hacer. Como todo buen can que se precie, mientras los demás pasaban el tiempo mascando huesos, el iba a la carne y cuanto más tierna, más agradable de comer.


Nombrado rey de España a la edad de 16 años, Felipe IV se embarcó desde el primer momento en una desenfrenada carrera sexual y, aunque se supone que las mujeres que pasaron por su cama sobrepasaron el millar, los historiadores más melindrosos las cuentan por centenares "para que no se diga". Todo le servía: Solteras, casadas, viudas, damas y criadas, actrices, artesanas y hasta busconas y cantoneras. Porque a las putas profesionales no les hacía ascos. ¡Qué va!. A esas se las llevaba a parejas y hasta a tríos si se terciaba. Una fiera, vaya. Claro que desde muy niño y siguiendo las directrices de la época, Felipe fue adoctrinado en la más estricta religión católica y siguiendo razones político-religiosas se casó, todavía príncipe, a los 10 años de edad con Isabel de Borbón, de 12 años.

Boda de Felipe IV de 10 años e Isabel de Borbón de 12 años.
Fruto de ese matrimonio nacieron 10 hijos, de los cuales solo dos llegaron a adultos. Su último parto acabó en aborto y muerte de su esposa Isabel (1644), por lo que tres años más tarde se casó con su sobrina Mariana de Austria, de 15 años de edad, con la que tuvo 6 hijos más. Documentados, que no reconocidos, se le cuentan más de 30 hijos extramatrimoniales, de los cuales el rey solo reconoció oficialmente a dos: Francisco Fernando de Austria y Juan José de Austria. Hubo un tercero (Alonso Henriquez de Santo Tomás) que rechazó el tardío reconocimiento del rey, por ya haberlo hecho el marido de su madre Constanza Ribero de Orozco. Este hijo llegó a ser obispo de Málaga. Pero ninguno de los hijos extramatrimoniales de Felipe IV quedó desprotegido. Todos ellos fueron colocados en la Corte o en la Iglesia.

Boda de Mariana de Austria de15 años y Felipe IV de 44 años.
Justamente por sus creencias religiosas Felipe IV "sufrió" la angustia que le producía su conducta libertina, pero no podía evitarlo. Cuando una se le ponía delante, había que ponerla debajo, arriba o allí donde mejor aconsejaba el momento. Desde el alcázar hasta el burdel, todas eran buenas para Felipe. Pero esta entrega sexual frenética se trocó en un profundo desasosiego al pensar que todas las calamidades que lo afligían no podían ser más que un castigo divino y cuando esto sucedía acudía a su esposa Isabel que intentaba suplir tal desazón al ser para su marido el remedio por Diós bendecido en los altares. Recién accedido al trono y con solo 15 años relegó a sus validos los problemas de la Corte y se dedicó en cuerpo y alma a las cacerías, las fiestas, los espectáculos y las aventuras amorosas con toda aquelle que se le ponía a tiro.


Su inmovilidad pública y sus andanzas con las mujeres, los cortesanos las callaban en público pero las pregonaban en privado, dando toda clase de detalles, ridiculizando su frenética actividad sexual. Felipe IV era persona de aspecto grave, pero la seriedad de su cara se transformaba ante las mujeres. Verlas y quererlas era una misma cosa. El pueblo criticaba al conde de Olivares, a quién el rey había delegado el control del reino, por estimular la inclinación del rey por las mujeres y así tenerlo alejado de la política a fin de mandar sin intromisiones. Ayudó a eso que la reina no gozase de su simpatía. Se dijo que Isabel de Borbón lloraba los devaneos de su esposo, pero no hay constancia de que la paz del matrimonio estuviera afectada. Al parecer seguía cumpliendo con ella. Diós mío, que voluntad. ¡Se nota que otros le hacían el trabajo!.

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