Creo que a los europeos nos sobra sentido de la superioridad y, debido a ello, miramos a los migrantes por encima del hombro. Algún lector pensará que es quien escribe el que así se ve y no voy a negarlo, pero creo sinceramente que nos pasamos un poco al hacerlo de esta forma. Al fin y al cabo, en un mundo sin barreras, todos tienen derecho a intentar beneficiarse de ello. ¡Ojalá todos tuviéramos ese coraje!. Aunque más bien al contrario, deberíamos estar orgullosos y satisfechos de no necesitarlo. Todos cuantos marchan de sus países para prosperar, merecen nuestra consideración y apoyo. Pero solo aquellos que vienen para trabajar y prosperar en un país que asegure un trabajo en salario y condiciones dignas. Algo que, probablemente, en sus países de origen escasea. De todas formas aquí, como en cualquier otro país del mundo, nadie ata perros con longanizas.
Queriendo o sin querer, hace ya muchos años que España recibe emigrantes y tenemos claro que pocos vienen a trabajar. Mayoritariamente, la gente que viene de fuera lo hace para progresar, pero no todos quieren trabajar, si es que al decir trabajar nos referimos a las labores duras del campo, construcción, pesca, etc. La mayoría no son gente de trabajo, sino de comercio. Los marroquíes a la venta ambulante, con o sin la consiguiente regulación, que complementan con lo que ganan sus mujeres, limpiando casas o cuidando ancianos y gente enferma, casi siempre sin declararlo ni pagar los impuestos correspondientes. En cuanto a sus maridos, tampoco ellos declaran la verdad de lo que ganan en los mercadillos, lo cual conlleva ayudas sociales para alquileres, calefacción, alimentos, comedores escolares, etc.
Los chinos son otra cosa muy distinta. La mayoría de ellos montan grandes supermercados de productos de su país y comercian con gran ventaja sobre lo que en Europa se produce. La mayoría de su oferta está basada en artículos de calidad media o baja, pero siempre muy bien presentada. Algunos de ellos incluso hacen de mayoristas para los que han llegado de países africanos y venden sus productos en el "top-manta" sin pagar ningún tipo de impuesto La mayor parte de ese material son falsificaciones de grandes marcas en toda clase de productos como zapatillas, bolsos, etc. tan llamativas que es difícil encontrar las diferencias. En general, los chinos son inteligentes y grandes trabajadores. No miran el reloj y le echan tantas horas como haga falta. Ni siquiera cierran sus negocios para comer al mediodía.
Tampoco van a bares y restaurantes, como no sea a trabajar. Parecen tener claro que han venido a ganar dinero, como sea y cueste lo que cueste. Supongo que todos ellos piensan volver a sus lugares de origen y esperan hacerlo con la tranquilidad que da el haber logrado unos ahorros considerables o, al menos, suficientes para una vejez en las mejores condiciones posibles. La opinión de los españoles, como la de otros países europeos es que todos son bien recibidos, si han venido a ganarse la vida, pero no a mendigar ayudas ni a abusar de los que aquí nacimos. En España y Europa en general, se vive bien si se trabaja con ahínco, pero no nos gustan los que han venido a aprovecharse del trabajo de los demás. Y el que dice lo contrario, miente como un bellaco.
Rafael F. Condill
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