16 de octubre de 2018

2677- LA DIOSA DEL AMOR.

Hablamos de la insuperable actriz Rita Hayworth, pero... ¿Sabían que era de origen español?. Pues eso. Era hija del emigrante andaluz Eduardo Cansino, un bailarín que hizo carrera a su llegada a Estados Unidos pero que, más pronto que tarde, se preocupó más bien de explotar el talento que su hija tenía para la danza, además de abusar sexualmente de ella según contaba su marido Orson Welles. El nombre de esta actriz pelirroja, número uno en su tiempo, era Margarita Carmen Cansino y era morena natural, incluso demasiado, pues hubo que quemarle mediante electrolisis las raíces del cabello (negro) que casi inundaba su frente. Obligada a adelgazar y a teñirse de pelirroja, hicieron desaparecer cualquier rastro de su pasado genético, americanizando también su nombre. Moría la andaluza Margarita Carmen y nacía "la Diosa del amor":  Rita Hayworth.
Los amantes del cine de la época recuerdan cómo se quitó el largo guante de seda, su striptease más breve, así como la sonora bofetada que le propinó el actor Glenn Ford en la película "Gilda", uno de sus mayor éxitos cinematográficos. 
Su primer marido Eddie Judson, veinte años mayor que ella, le proporcionó contrato con la Columbia Pictures. Sus primeros pasos, con 16 años, fueron películas tipo B y circuitos secundarios que, gracias a una espectacular escena de baile de salón, la catapultaron a la gran pantalla. Aunque las primeras películas fueran de escasa calidad, los espectadores salían de la sala extasiados solamente por haberla visto bailar. Fue la única herencia de su sevillano padre y de su madre la bailarina Volga Haworth y que tan bien supieron explotar los directores de Hollywood uniéndola a Fred Astaire y Gene Kelly.
Su talento cinematográfico se vio marcado por la fascinación que, como mujer fatal, le producía Marlene Dietrich, así como la frágil liberación de Marilyn Monroe. T&B Editores celebra este año 2018 el centenario de su nacimiento con el libro "Nunca hubo una mujer como Rita Hayworth". 

Así de alto fue de alto el listón que superó esta actriz como mito de Hollywood.  "La dama de Shanghai", "Ciudadano Kane", "Gilda"... 
A pesar de sus éxitos a Rita nunca le gustó ser actriz. Lo que ella quería era formar una familia pero, a pesar de sus cinco matrimonios, nunca lo consiguió. 
"Claro -decía- se van a la cama con Rita Haywoorth y se despiertan conmigo". 
La actriz fue la mujer más deseada del planeta, hasta el punto de que uno de sus maridos (Alí Khan) incluso la convirtió en princesa, pero sus bodas no le dieron el amor profundo que ella quería. La envidiada estrella del cine nunca fue feliz. Violada por su padre desde su más tierna infancia y hasta su adolescencia, cuando empezó sus primeros pasos en el cine, nunca encontró el amor en mayúsculas que ella buscaba. 
Su pasión era el baile, no la interpretación. Sus cinco matrimonios fueron un medio para escapar de la ficción en la que vivía, motivo por el cual no fructificaron y la soledad fue siempre su compañera. Nadie entendía que una mujer que logró tanto éxito y dinero nunca fuera infeliz. El cenit de su carrera llegó en la década de 1940. Estando casada con Orson Wells protagonizó "Gilda", interpretando sensuales canciones que en realidad cantaba Anita Ellís. "La dama de Shanghay" también se rodó en esa década. 

En la década de 1960 sus principios de Alzheimer protagonizaron su última e irregular etapa como actriz. 
Había rodado 59 películas, pero el Oscar nunca llegó. Se dice que Rita Hayworth nació y murió con "Gilda". De hecho, tal y como la muestra el libro de Miguel Losada, "Nunca hubo una mujer como Rita Hayworth". Fue un mito, un personaje de sí misma. Su madre había muerto en 1966 alcoholizada y todos pensaban que ella estaba siguiendo su mismo camino, pero no era así. A los 50 años ya tenía fallos de memoria, pero la enfermedad no fue diagnosticada hasta 1980, siete años antes de su muerte. 
Margarita Carmen Cansino (Rita Hayworth) murió el 14 de Mayo de 1987 de Alzheimer, a los 68 años de edad, siendo enterrada en el Holy Cross Cementery de Culver City, en Los Ángeles (California). Diez años antes ya circuló una foto suya hecha en Londres que mostraba a una mujer envejecida, desaliñada, ausente, que demostraba que el mito de Gilda ya no existía. 

RAFAEL FABREGAT

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