31 de octubre de 2018

2682- DOÑA ELENA FRANCIS.

Para encontrar rápida explicación al título de esta entrada al Blog, hay que tener cumplidos los 50/60 años, lo cual es bastante improbable puesto que la mayor parte de los que usan las tecnologías actuales suele ser gente joven. Quizás por ser viejo, considero yo que el tema puede ser atractivo para todos los lectores en general y también para la juventud que no lo ha vivido. 
Doña Elena Francis fue un personaje radiofónico que captó la atención general de los españoles durante 34 años. La emisora Radio Barcelona emitió el primer programa de esta serie la tarde del día 27 de Noviembre de 1.950 y desde el primer momento se convirtió en un éxito sin precedentes. Se trataba, en realidad, de un consultorio al que miles de mujeres (y algún hombre) consultaba por carta cualquier problema y especialmente los sentimentales. Una o dos semanas después se emitía la respuesta a través de la emisora. El título del programa lo decía bien claro: ELENA FRANCIS. "Consultorio para la mujer". Sin embargo y a pesar de tan explícito título, también algunos hombres se dirigían al programa y ninguno de ellos fue nunca desatendido. 


El citado programa radiofónico se dirigía especialmente a las mujeres por el solo hecho de que estaba promocionado por una empresa de cosméticos (Instituto de Belleza Francis) y, al contrario de ahora, los hombres de aquellos tiempos no usaban ninguno de los potingues que actualmente también usamos los hombres. 
Doña Elena Francis fue durante décadas "la solución" de todos los problemas que aquejaban a las mujeres de una generación en la que había escasez de todo y principalmente de información. Los hombres de aquella época eran, en su mayoría, rudos y machistas pues el 95% no tenía acceso a la educación media y algunos ni siquiera a la Primaria. En la década de 1950 la juventud, nacidos en tiempos de guerra o posguerra, apenas habían asistido a la Escuela Primaria y muchos de ellos apenas sabían leer y escribir. 


Los que habían tenido la suerte de cursar los diez años de Enseñanza Primaria, de los 4 a los 14 años, tampoco sabían mucho más puesto que las niñas apenas recibían instrucción alguna, más allá de "las cuatro reglas", leer y las labores propias de una futura ama de casa: coser, bordar, etc. Los niños, salían con algo más de preparación, pero escasa, puesto que la mayor parte del tiempo se empleaba en relatar la Historia de España, no siempre bien contada y el resto se empleaba en algún dictado sobre estos temas y todo lo referente a la Religión Católica. Poco tiempo se dedicaba a la enseñanza de la Lengua o las Matemáticas que era lo importante. El programa tenía el corte propio de una emisora franquista en plena posguerra. 


Todas las cartas recibidas en la emisora, que seguramente serían cientos y cientos todos los días, eran leídas por un equipo de periodistas que tenían perfectamente aprendida la lección del tratamiento que habían de dar a las mismas. Unas se desechaban, otras se respondían y las más comprometidas se guardaban en un cajón especial para su análisis y posible repercusión. Más de diez años después de finalizado el programa radiofónico los españoles, especialmente las españolas, se enteraron de la gran mentira, del fraude que semejantes sinvergüenzas habían urdido para comercializar una serie de cosméticos que, con una calidad semejante a la de cualquier otra marca del mercado, se vendía y bien a precios muy superiores. De hecho y a pesar de que Doña Elena Francis nunca había existido, los productos de esta firma todavía están en el mercado. 


El programa había salido al aire con el guión de Angela Castells, de la Sección Femenina de la Falange Española y puesta la voz de Doña Elena por varias locutoras de modulación similar. En aquellos tiempos de tantas estrecheces y problemas de toda índole, la supuesta Doña Elena Francis fue, para miles de personas, el Angel de la Guarda que ofrecía consejo y consuelo a todos los radioyentes, siempre bajo el lema de las esencias del nacionalcatolicismo. Realmente se trataba de un equipo de personas mal pagadas y afectas al régimen que, dirigidas por el partido gubernamental y supervisadas por el mismo, cribaban toda la correspondencia recibida de forma metódica, eliminando todo lo que fuera contrario al régimen o sin interés para la firma promotora. En un tono displicente y afectivo, en los casos de infidelidad marital, la supuesta Doña Elena aconsejaba a las féminas hacerse la ciega, la sorda y tener paciencia. 

Claro que la Doña Elena de turno (fueron varias a lo largo de los años) se limitaba a leer lo que el guionista Juan Soto Viñolo, escrupulosamente aleccionado por el Régimen, escribía. Él fue durante muchos años el verdadero artífice del programa. Murió en Febrero de 2017 a los 83 años de edad... "No ponga mala cara cuando su marido llegue a casa. Ellos no caen en pecado por su gusto, sino impulsados por ciertas mujeres". Nadie dudó jamás de la existencia y de la autenticidad de Doña Elena Francis. El personaje era la bondad personificada y, aunque tuviera un negocio de cosmética, aparentaba para la audiencia el desinterés mercantil absoluto. Aunque todo era falso en dicho programa radiofónico, ayudar al oyente era el único objetivo aparente. El éxito del programa fue de tales dimensiones que, a día de hoy, más de medio siglo después, los herederos de aquella firma de cosméticos siguen vendiendo sus productos y son todavía una de las mayores fortunas de España. 


Con la llegada de la Transición Española "el programa se volvió anacrónico y el negocio se resintió"  por lo que, en Enero del año 1984 Doña Elena Francis desapareció de las ondas. Muchos años después, en Julio de 2006 el equipo de limpieza del Ayuntamiento de Cornellá (Barcelona) fue enviado a limpiar "Can Tirell", una masía del siglo XVII abandonada, de la que habían sido propietarios los dueños del Instituto de Belleza Francis. Vendida la propiedad a un promotor inmobiliario, éste no actuó sobre ella y finalmente la cedió al Ayuntamiento de Cornellá. En su interior apenas 70.000, de los cientos de miles de cartas escritas por los oyentes del programa de Doña Elena Francis, todas ellas escritas entre 1951 y 1972 y apiladas en cajas y sacos, muchas esparcidas por el suelo de las diferentes estancias de la casona. Allí estaban las penas y los sueños de miles de oyentes del tétrico programa radiofónico. Visto el contenido del material, las autoridades de dicha localidad barcelonesa decidieron informar a la emisora o al Archivo Catalán pero a nadie le interesaba dicho material por lo que el Ayuntamiento procedió a desinfectar y archivar esta histórica correspondencia. Con ella se ha editado la obra "Las cartas de Elena Francis" ya en las librerías. Dicen que "cualquier tiempo pasado fue mejor", pero no en este caso...

RAFAEL FABREGAT

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