5 de noviembre de 2019

2899- EL APÓSTOL DECIMOTERCERO..

Casi siempre que se habla de los apóstoles de Jesús se dice que fueron doce, pero no es así. Doce fueron los elegidos por Jesús sí, pero hubo uno más que, elegido por los apóstoles, sustituyó a Judas Iscariote tras su deserción y posterior suicidio. Bueno, lo del suicidio no está demasiado claro pues cada uno de los evangelistas lo relata de forma distinta. Si lo anterior lo dijo Mateo, Lucas cuenta que Judas compró un campo con aquellas monedas de plata con las que el Sanedrín pagó su traición y en aquel campo, que se llamó "campo de sangre" encontró la muerte de forma fortuita. Incluso hay versiones que cuentan que Judas llegó a viejo y murió de forma natural. Son tantos los escritos y sus traducciones que cualquiera de ellas podría ser posible, habiendo una que incluso nos cuenta que el propio Jesús le pidió a Judas que lo traicionase para que todo se cumpliera tal cual estaba escrito, lo cual le exime de todo castigo.

Es mucha la tinta derramada con diferentes versiones sobre la vida y obra de Judas Iscariote, la mayoría contando pestes a cual más increíble sobre este personaje que ha pasado a la historia como el traidor por autonomasia. Una de ellas cuenta incluso que la cuerda se rompió al intentar ahorcarse y cayendo al suelo reventó esparciéndose sus entrañas sobre la dura tierra, relato bastante improbable y resultado de la inquina que este personaje despertaba entre el pueblo. Esa misma animadversión se extendió hacia los sacerdotes judíos que contrataron sus servicios y por extensión provocó el antisemitismo al formarse una opinión negativa sobre el pueblo judío en general. 

Sin embargo ellos no fueron los únicos judíos de esta historia. Todos los apóstoles e incluso el propio Jesús también eran judíos. Judas no hizo otra cosa que interpretar el papel que Dios le tenía asignado, siendo por lo tanto inocente de aquel acto. Sea cual fuere la verdad de lo sucedido lo que si está claro es que, según San Juan, al final de la cena Jesús tomó el pan y el vino y lo repartió entre sus apóstoles diciéndoles que aquellos alimentos eran carne y sangre de su cuerpo y que debían comerlos para alcanzar la vida eterna. Todos comieron el pan y bebieron el vino, con lo cual se entiende que, aún sabiendo que Judas iba a traicionarle, Jesús lo perdonaba al hacer que también él tomara aquellos alimentos. 

La cuestión es que, tras la resurrección y ascensión de Jesús a los cielos, los once apóstoles restantes se reunieron para elegir al apóstol que había de sustituir a Judas, puesto que Jesús había establecido que fueran doce los que habían de ocupar las doce Tribus de Israel. Según los Hechos de los Apóstoles (1: 21-26) fue elegido Matías, uno de los 'seguidores de la primera hora' que, en compañía de "los doce" conocía desde el primer día la vida y ministerio de Jesús. 
Pocos días después de la ascensión de Jesús a los cielos, Pedro reunió al resto de los apóstoles y a más de un centenar de seguidores diciéndoles que, según las Escrituras (Salmos 41:9) tras la deserción de Judas otro había de reemplazarle y por lo tanto había de realizarse  su elección. 

Se propuso a Bernabé y a Matías y se rezó al Señor para que manifestase su voluntad, dejando que se eligiera a suertes. El resultado fue que el puesto de Judas lo ocupara Matías. Judas fue el único de los apóstoles de Jesús que, a su muerte, fue sustituido por otro. Esta interpretación lo fue al considerar que lo de Judas no era una muerte natural, sino una deserción que era necesario sustituir. Como los demás, Matias marchó a predicar la doctrina de Jesús y desembarcó primeramente en Etiopía y después en muchos otros lugares, sumando miles de seguidores al cristianismo. Según Clemente de Alejandría, Matías el apóstol nº13 había nacido en Belén y había sido discípulo de San Simeón. 
Había seguido a Jesús desde el primer momento de su ministerio, siendo por tanto uno de "los 72" a quien Jesús encargó que predicasen sus enseñanzas cuando Él ya no estuviera en este mundo. 
Así lo hizo pues Matías que predicó en Judea y en otros muchos países, evangelizando la Capadocia y las costas del mar Caspio, sufriendo la persecución de los pueblos bárbaros a los que pretendió evangelizar sin conseguirlo. 
Finalmente encontró la muerte al ser martirizado y ajusticiado en Cólquida (Georgia) país donde, según la mitología griega, se encontraba el Vellocino de oro, regalo de los dioses que aportaba toda suerte de prosperidad y riquezas a quienes lo poseían. No existen datos fiables de la muerte del apóstol Matías pero los Menaia griegos y otras fuentes legendarias afirman que fue martirizado y finalmente crucificado. La Iglesia ortodoxa tiene por cierto que, condenado a muerte por el sacerdote Ananás, fue apedreado hasta la muerte y posteriormente cortada su cabeza con un hacha. 
Ahora, ustedes mismos...

RAFAEL FABREGAT

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