26 de noviembre de 2019

2913- FIRA SANT ANDREU 2019.

Sí amigos. Ahí está, un año más, a la vuelta de la esquina. La Fira de Sant Andreu no es una feria cualquiera, ni para Cabanes ni para ninguno de los pueblos de la comarca. En primer lugar es un orgullo para todos los cabanenses, porque no solamente hablamos de un evento festivo y lugar de encuentro de amigos, vecinos y cientos de conocidos que todos tenemos en los pueblos colindantes. La Fira de Sant  Andreu es algo más, mucho más. Con ella hablamos de HISTORIA en letras mayúsculas, un evento que incluso se remonta más allá de aquel año de 1507 cuando Doña Germana de Foix, segunda esposa de Fernando II de Aragón, concedió a la Villa de Cabanes el privilegio de celebrar no solo ésta, sino dos ferias anuales de hasta diez días cada una de duración. La primera el segundo domingo de Cuaresma y la segunda por San Andrés, actualmente celebrada el último fin de semana del mes de Noviembre, sea coincidente o no con la festividad del Santo. Sin embargo es de suponer que ya antes de aquella fecha, en la que celebramos este año el 512 aniversario, ya habría en nuestro pequeño pueblo medieval un posible mercado con el que abastecer las necesidades de la población. Se trataba simplemente de hacerlo oficial, de darle la notoriedad que la situación requería, para que en toda la comarca se tuviera conocimiento de que cualquier cosa que las gentes de la época pudieran necesitar, podrían encontrarlas en la Feria de Cabanes. Se aprovechó la estancia de Doña Germana de Foix en Valencia para pedirle su mecenazgo.
Y ahora, un poquito de Historia...

Doña Germana de Foix se la conoció por habérsele muerto dos maridos por culpa del sexo, pero de eso hablaremos luego. Germana era hija del vizconde de Narbona (Juan de Foix) y de María de Orleans, hermana del rey Luis XII de Francia. Después de varias guerras entre franceses y españoles, el año 1505 Luis XIV y Fernando I de Aragón (el Católico) firmaron el Tratado de Blois. Para rubricar dicho compromiso el monarca español, de 53 años de edad y viudo desde el año anterior por la muerte de su esposa Isabel II de Castilla (la Católica), acordó con Luis XIV el matrimonio con su bellísima sobrina Germana, de 18 años de edad y de la que era tutor desde la muerte de su padre Juan de Foix, no sin antes cederle sus derechos sobre Nápoles. ¿Qué podía perder Fernando, aparte de la vida?. Se casaron por poderes. Mientras Fernando el Católico lo hizo en Dueñas (Palencia) Germana de Foix lo hizo en Blois, consumándose el matrimonio unos días después.

El trato era que si no tuvieran hijos los derechos sobre Nápoles volverían al francés. La boda se celebró en 1506. Para entonces Fernando II de Aragón era un carcamal de 54 años y Germana una bellísima mujer de 18 por la que suspiraban todos los hombres de la corte. Como era de esperar, pocos años después Fernando sufrió una hemiplegía que le dejó el rostro totalmente desfigurado y ya prácticamente impotente no cesaba de intentar que su esposa quedase embarazada. A tal efecto usaba cualquier cosa que le indicasen a modo de "viagra medieval" y estaba más pendiente de vigilar que ningún hombre se le acercara a su mujer que de sus deberes como soberano. Así fue encarcelado durante varios años en el Castillo de Simancas el vicecanciller de Aragón don Antonio Agustín y otros más, "por requerir de amores a la reina Germana". El tesón del rey tuvo sus frutos y, contra todo pronóstico, la joven reina quedó embarazada naciendo en 1509 Juan de Aragón, que solo vivió unas horas, pero fue suficiente para que Fernando la nombrase virreina de Aragón, Cataluña y Valencia.

Como no podía ser de otra manera, ante la juventud y belleza de la joven Germana, Fernando se aficionó en demasía al sexo y, ante su natural impotencia, las infusiones afrodisiacas de la tóxica catárida, día sí y otro también, le llevaron a la tumba el 23 de Enero de 1516. Bastante aguantó el buen hombre, con más de una década de sexo a base de venenosas cucarachas aplastadas, única forma de lograr que las "cosas" estuvieran en posición de firmes de forma tan expeditiva. 
En su testamento, Fernando II encargó a su nieto Carlos I de España y V de Alemania que cuidase de ella. Carlos I, que era hijo de Juana la Loca y Felipe el Hermoso, nació en Nantes (Francia) el año 1500 y, nombrado heredero, con 17 años llegó a España el año siguiente de la muerte de su abuelo. Conoció a su abuelastra Germana que contaba 29 años de edad, más deslumbrante que nunca y única que podía entenderle puesto que ambos eran los únicos de la Corte española que hablaban francés.

El adolescente Carlos se enamoró perdidamente de su abuelastra y para evitar habladurías sobre el mucho tiempo que pasaba con ella, mandó construir un puente de madera entre el Palacio Real y el anexo en el que residía Doña Germana. 
En tan solo un año Carlos le procuró la descendencia que su abuelo no pudo darle: la infanta Isabel de Castilla que, al ser cuidada por extraños, el joven rey no llegó a conocer. 
Poco más tarde, ante las muchas murmuraciones que se levantaron al respecto y queriendo salvar el buen nombre de Germana, el mismo rey la casó con el duque Fernando de Brandeburgo. Pero ese ya es otro tema que no viene a cuento.
Fue mucho antes y desde la ciudad de Valencia, todavía como reina consorte, cuando Doña Germana de Foix expediría para nuestra villa de Cabanes los derechos para celebrar nuestras dos ferias anuales y muy concretamente la de San Andrés, todavía vigente este año de 2019. 
La Feria, nuestra "Fira de Sant Andreu", empezaría, y seguiría hasta la segunda mitad del siglo XX, con animales de carga, carros y aperos de labranza, así como toda clase de herramientas del campo y utensilios para la casa. 
Después llegarían los tractores, coches y variopinta feria de productos de toda índole. Incluso una plaza repleta de atracciones para los más pequeños. 
Gracias doña Germana. Felicidades para todos y que sea para muchos años...

RAFAEL FABREGAT 

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