12 de noviembre de 2019

2905- NO APTO PARA CARDIACOS.

De izquierda a derecha: Radu y Vlad de Valaquia. 
Aunque solo sea una novela, la vida del Conde Drácula está basada en un personaje real y más sádico si cabe. Se trata de Vlad III, primogénito del rey de Valaquia, uno de los muchos reinos que abundaban en los territorios rumanos del siglo XV. El joven príncipe, que pasó a la Historia con el nombre de Tepes (empalador), no gustaba de cabalgar y jugar simplemente con sus perros. Su mayor diversión era matar a los que no gozaban de su simpatía y no era partidario de hacerlo de una forma tradicional, como pudiera ser a golpe de espada, sino clavándoles una pica por el ano y ésta fijada al suelo. Los alaridos de aquellas gentes eran terribles y podían durar hasta que su propio peso hacía que la pica les saliera por la boca.

Para aterrorizar a los turcos, que invadieron su reino en 1.462, durante un buen trecho antes de llegar las tropas del sultán Mehmed II a su castillo, había dispuesto a ambos lados del camino cientos de presos empalados, algunos de ellos desollados y ya medio descompuestos por los buitres que acudían a ellos para arrancarles la carne a picotazos. Así se las gastaba el "angelito" ya no por odio o forma de castigar a los malhechores, sino por simple diversión. También se decía que gustaba de hervir a personas vivas y mandaba desollar a quienes alteraban el orden, como forma de escarmiento público. por lo que se dice, que fue incluso el precursor de la guerra química, posteriormente utilizada por los británicos contra los nativos americanos del siglo XVIII y de los franceses que atacaban los búnkers enemigos con gas de cloro durante la I Guerra Mundial.

Claro que lo Vlad el empalador fue bastante más rudimentario. El príncipe de Valaquia reunió cientos de enfermos contagiosos que habitaban su reino (tuberculosis, lepra, sífilis, etc.) y proporcionándoles vestimentas turcas los infiltró tras las líneas enemigas para que les contagiaran sus males. Prometió recompensas a quienes le trajeran el turbante de todos los muertos por ellos ocasionados. No se sabe que ninguno de aquellos desgraciados regresara con vida. También mandó Vlad a un grupo de hombres de su máxima confianza para asesinar a Mehmed II, pero tampoco lo lograron. Así y todo Vlad resistió aquella primera embestida de los turcos. 

Ya cerca de Targoviste, a orillas del Danubio, en su avance hacia el corazón de Rumanía las tropas de Mehmed II se encontraron con miles de estacas, las fuentes más exageradas hablan de unas 20.000, en las que habían otros tantos presos turcos, húngaros, rumanos y búlgaros, empalados. Al llegar a su altura, una gran bandada de cuervos dejaron de comer sus carnes y alzaron el vuelo. Ese mismo año la aristocracia abandonó a Vlad y puso al frente del reino a su hermano Radu el Bello, iniciándose la guerra entre ellos. Agotados sus recursos Vlad fue finalmente capturado, pasando varios años preso. Aunque de momento Valaquia resistió los embates turcos, en 1.475 el rey magiar consideró que su hermano podía ser más útil fuera que dentro de la cárcel, motivo por el cual lo liberó mandándole a luchar contra los otomanos.

Tal como había supuesto su hermano Radu el Bello, Vlad hizo frente a los turcos, resistiendo una vez más sus ataques pero en la Navidad de 1976 fue traicionado por los suyos y murió asesinado. No se sabe quien o quienes fueron sus verdugos, pero sí el hecho de que fue por la espalda y posiblemente a cargo de enviados del sultán Mehmed. Aunque está marcado por los muchos horrores protagonizados, los rumanos tienen a este personaje como uno de sus héroes frente a los turcos. Su cuerpo fue enterrado en la isla y Convento de Snagov, cerca de Bucarest. Bonito lugar para tan (doblemente) feo personaje...

RAFAEL FABREGAT

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