31 de octubre de 2017

2526- HALLOWEEN 2017.

Esta noche, víspera de la fiesta de Todos los Santos, llamada Halloween en los países anglosajones, no es una noche para dormir... Es una noche demasiado terrorífica para poder coger el sueño. Tampoco es conveniente a partir de las doce de la noche caminar por las calles desiertas y mal iluminadas. 

Fantasmas y zombies del más allá te pueden aguardar en cualquier rincón oscuro y perseguirte hasta hacerte presa de sus garras. Las almas en pena suelen salir junto a los zombis, muertos vivientes, para ver qué hacen los mortales. Ojo pues a los callejones estrechos y oscuros, a la proximidad de los árboles cuya sombra proyectan las farolas con bombillas de bajo presupuesto. Es mucho mejor que las doce de la noche te pillen en un buen restaurante o en la mejor de las fiestas que esta noche se dan por doquier. Cualquier cosa menos ir por la calle, cualquier cosa menos quedarte en casa, cualquier cosa menos irte a dormir. A la mañana siguiente será un día especialmente dedicado a visitar los cementerios, pero antes tenemos una cita... Esta es noche de fiesta y de disfraces macabros, de burlarnos de la muerte y de lo que ella representa. 

Esa misma tarde los niños visitan las casas de amigos y parientes, felicitando la fecha y recogiendo las golosinas típicas. De momento estamos vivos y hay que aprovecharlo. Ya vendrá lo que tenga que venir. Sabemos que la muerte siempre acaba ganando la batalla pero, mientras llega ese momento, debemos aprovechar para disfrutar y ser felices, lo cual no es impedimento para que al día siguiente, mañana de la fiesta de Todos los Santos, visitemos a los amigos y familiares que ya cruzaron la puerta que lleva al mundo de las sombras. 
Es un paso inevitable que algún día todos hemos de recorrer, pero no hay prisa. 
Mientras haya salud la vida siempre es bonita. Son bonitas las flores primaverales, pero también la playa y las fiestas veraniegas, las hojas amarillentas del otoño y la nieve que en invierno cubre las montañas.
Como nuestros mayores nos enseñaron, hay que vivir la vida, en plenitud, de la mejor manera que nos sea posible y siempre procurando no causar mal a nadie. Después que venga lo que tenga que venir.

En cuanto a los jóvenes... Bendita inocencia, ellos que tan poco saben de la vida y que sin embargo siempre creen saberlo todo. Los viejos ya pasamos por esa etapa. Ahora solo cabe desear que el mundo y sus complejidades no impidan que nada perturbe esa felicidad que tan pronto se esfuma y que nunca más va a volver. Dejémosles que disfruten, ahora que pueden. Es el momento, su momento. Al igual que la muerte, las preocupaciones siempre acaban llegando y la efímera juventud queda apartada para siempre. Algunos se resisten a perderla, retándola y buscando en época madura lo que solo es propio de la juventud. Felicidades momentáneas y perdidas que ya no son tales, porque solo la juventud las propicia.

RAFAEL FABREGAT

No hay comentarios:

Publicar un comentario