5 de octubre de 2017

2507- SAN PEDRO DE ROCAS.

La visita a este monasterio es cuanto menos sorprendente. Ubicado en el término municipal de Esgos (Orense) este lugar de oración se encuentra en un paraje aislado, un lugar solitario que nos lleva a tiempos remotos, cuando los ermitaños y anacoretas parecían esconderse del mundanal ruido. Es el conjunto monacal más antiguo de Galicia. Nadie conoce con exactitud su fecha de su construcción, pero una lápida que se encontró entre las paredes de su iglesia tiene grabado el año 573. El monasterio está ligado al obispo San Martín de Braga (510-579) por lo que con toda seguridad sería construido a lo largo del siglo VI. San Martín de Braga era natural de Panoia, en la actual Hungría, entonces capital del Reino de los Suevos

Aunque ya está cerrado al culto, es uno de los atractivos turísticos de la Ribeira Sacra, catalogado como iglesia rupestre. Es el único que conserva parte de su estructura original y una serie de cuevas excavadas en la roca que acogían capilla y cabecera de la iglesia. Sus tres naves están excavadas en la roca. La nave central presenta una abertura por la que entra la luz solar. Tampoco faltan algunas sepulturas antropomórficas (8) que acogerían a sus habitantes o a benefactores del conjunto monacal. El campanario, muy posterior (s. XV) está situado sobre una formación rocosa de casi 20 metros de altura. La casa rectoral es del siglo XVII, aunque realizada con las piedras de sillería rescatadas del antiguo monasterio. Todas las tumbas tienen un rebaje para que encajara la losa sepulcral, ya que se cree que la zona donde están ubicadas era justamente el claustro del antiguo monasterio. 

Cuantas historias, cuantos misterios... Se cree que hubo un tiempo en el que en dicho lugar había una especie de culto al agua ya que la cercana fuente de San Benito no brota de ningún manantial, sino de las aguas que se escurren por la ladera de la montaña y que, aquellos primeros eremitas recogían en pequeños canales excavados en la roca, haciéndolas discurrir entre las sepulturas. Hacer pasar el agua, que posteriormente habían de beber, por entre los restos de sus muertos hacen pensar que sin duda tenían un culto al agua. Estas aguas tienen la propiedad de eliminar las verrugas, bastando rezar un Padrenuestro mientras la parte afectada está sumergida. En aquel lugar el adulterio femenino se castigaba con la "pinga". Fuertemente atada, a la mujer le caía muy lentamente en la cara una gota de agua tras otra hasta que enloquecía y moría.

RAFAEL FABREGAT

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