Está catalogado como uno de los pueblos más bonitos de España y bonito será puesto que el año 1986 le fue concedido el tercer premio mundial a la mejor iluminación. (!) Extraño, para un pueblo de tan solo 1.200 habitantes pero bueno, así fue. El primer premio fue para la Torre Eiffel y el segundo para la Gran Mezquita de Estambul.
¡Algo tendrá el agua cuando la bendicen...! Pues bien, esa frase la aplicamos hoy a este pueblo español, Alcalá del Júcar. El secreto no está en la iluminación en sí, sino a la disposición de sus casas encaladas a lo largo y alto del cerro coronado por su bonito castillo y la iglesia de San Andrés a sus pies. Claro que la categoría de pueblo espectacular no se la damos por su iluminación, que también, sino a los muchos lugares interesantes que contiene y a la espectacular Historia con la que cuenta este pueblo. Para muestra el botón de su plaza de toros, construida sobre las dificultades propias del terreno y cerrada según su pendiente natural para impedir que los curiosos puedan ver los toros sin pagar el ticket correspondiente. Claro que, naturalmente hay muchas otras cosas de interés y de compleja Historia...
Una de las principales curiosidades históricas es su interesante Castillo, ubicado sobre lo más alto de la peña formada por la hoz del río Júcar y que en su ladera da cobijo a toda la población. Es de origen musulmáN y fue construido entre los siglos XII y XIII. Como la mayoría de los castillos de la comarca, inicialmente fue asentamiento Íbero y después romano, para posteriormente pasar a ser musulmán y más tarde cristiano. La conquista cristiana fue a cargo de las tropas de Alfonso VIII de Castilla, que se llevó a cabo el año 1213. Posteriormente a mediados del siglo XV sería cedido a los marqueses de Villena. El castillo es de estilo islámico y consta de un magnífico torreón pentagonal de tres alturas y dos torrecillas de planta circular en los ángulos rectos de la estructura. En la parte exterior de la fortaleza aún quedan restos de la muralla primitiva.
Cuenta la leyenda los amores de una princesa mora llamada Zulema y el cristiano Garadén, imposibles por una simple cuestión de diferencias religiosas. Loca de amor por Garadén pero fiel a los predicados de Mahoma y a su Dios Al-Hâh, se arrojó al abismo en este mismo lugar. Mucho después, en 1803 y ya como cosa cierta, sabemos que se derrumbó parte de la peña que había bajo el castillo, cayendo al vacío parte de la muralla almenada y unas treinta casas que había alrededor, muriendo 26 personas e inutilizando el puente de acceso al pueblo y quedando totalmente cubierta de tierra y piedras la acequia que llevaba el agua a las huertas locales. En las Guerras Carlistas del siglo XIX el castillo fue reparado e incluso se añadieron muros de refuerzo pero, al final de la guerra, los propios vecinos demolieron parte de aquella muralla para utilizar sus piedras en la construcción de sus casas. La Torre del Homenaje que hoy podemos admirar, forma parte de la restauración que se llevó a cabo en la segunda mitad del siglo XX.
RAFAEL FABREGAT
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