¿Qué occidental no ha pensado en viajar a Cuba?. En mi pueblo, de apenas 2.500 habitantes conozco más de 25 personas que han estado allí. Es más, yo mismo me lo he planteado en más de una ocasión. Pero pensándolo mejor, a pesar de tener posibilidades para llevarlo a cabo, no creo que lo haga. Se nos vende como algo rancio, como el hueso de jamón que tan buen gusto le da a las lentejas. Hay que reconocer que verdaderamente la idea lo hace apetecible. "Es como una oportunidad de revivir tu juventud, de volver a vivir los ambientes que, los que ya peinamos canas, teníamos en aquella España de posguerra a la que con nostalgia llamamos nuestros felices 60". Volver a ser joven es el sueño de todo mortal, pero es una autosugestión, una mentira que para nada nos devuelve la juventud, sino que nos recuerda las miserias vividas.
Como todos sabemos, el comunismo dictatorial de "los Castro" situaron a La Habana y a toda Cuba en general, dentro de una burbuja ajena a la evolución y al bienestar general, solo posible en países donde rige la libertad democrática. No se puede negar que a todos nos gustaría revivir tiempos pasados por muy peores que fueran. Ver a los niños jugando en las calles embarradas y a los viejos jugando a las cartas o al dominó, al amparo de una terraza o bajo la simple copa de un árbol. Pero a la hora de comer queremos hacerlo en un buen restaurante y pernoctar en el mejor hotel que seamos capaces de pagar. Está muy bien eso de los cafés con orquesta cubana y combinados a precios de risa pero, cuando nos domina el sueño, queremos irnos con un moderno automóvil a una confortable habitación con todos los servicios imaginables.
Si esto es así, que así lo es, ¿para qué queremos ir a La Habana?. ¿Para revivir nuestra mísera juventud, o para ver la miseria de los demás y jactarnos de haber podido escapar de ella?. No amigos. No voy a negar que también por mi cabeza ha pasado la idea de visitar la isla de Cuba, pero no voy a hacerlo. Lo tengo claro. En mi juventud me cansé de comer aquellas lentejas con hueso rancio, que todavía mi mujer me prepara aunque solo sea cuatro veces al año. No quiero revivir miserias, sino disfrutar de lo que tengo actualmente, que no es tanto, pero que a mí me parece suficiente. Los cubanos están como están porque así lo han querido ellos. Ya sabemos que los cuatro que no quisieron esa vida, tuvieron que marchar a otros países o fueron arrestados, pero es porque eran pocos los que protestaron. Allá cada cual con su vida.
Yo no digo nada de los que van. Efectivamente recorrer sus mercados repletos de artículos autóctonos o visitar alguna de las muchas fábricas de puros artesanales, no es algo que puedas ver en cualquier sitio del planeta, pero tampoco es motivo suficiente para ir a Cuba. Quizás ver el ambiente retro del cabaret Tropicana pudiera llamar mi atención, pero nada comparable con el Folies Bergére o Moulin Rouge de París. Después de visitar algunos países islámicos, con sus zocos y salas de fiestas al más puro estilo bereber, he llegado a la conclusión de que ya no quiero ver más miserias de las que ya he sufrido en mi propias carnes. En adelante, lo que me quede de vida y dentro de mis posibilidades, quiero ver las cosas espectaculares de este mundo. Lo que no solemos vivir nunca en primera persona, pero que en el mundo de hoy están a nuestro alcance...
RAFAEL FABREGAT
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