Hablamos de la garrapata. Uno de los insectos más antiguos de nuestro planeta y estrechamente unido a los humanos. Hoy se sabe que ellas se alimentaron de los dinosaurios, de la misma manera que en la actualidad lo hacen de nuestros animales y de nosotros mismos. Claro que cuando los homínidos aparecieron en este mundo, ellas ya estaban aquí y eso no será antes de 20 millones de años pues, con esa antigüedad, se han encontrado fósiles de homínidos en varios lugares del planeta. Es por ello que las garrapatas, que tanto asco nos dan, son descendientes de una raza muchísimo más antigua que la nuestra. Un respeto pues... Se ha encontrado incluso ámbar con garrapatas atrapadas en su interior, ¡con sangre milenaria en su cuerpo!. Dios sabe a que especímenes podrá corresponder esa sangre, ubicada en el interior de la citada garrapata.
Se sabe que el ámbar que contiene al citado insecto no tendrá una antigüedad inferior a los 100 millones de años.
En la Era Mesozoica, cuando los dinosaurios y sus pisadas atronaban la tierra, escondidos entre la maleza y los herbazales ya existían pequeños mamíferos, peludos y llenos de garrapatas.
Los mamíferos se alimentaban de brotes tiernos y todo tipo de insectos, pero las garrapatas ya esquilmaban su sangre de la misma manera que han venido haciéndolo desde millones de años a esta parte.
Decir también que los grandes animales no eran tan temibles como nos han hecho creer pues, aunque los había carnívoros, también los había herviboros.
En todo caso todos ellos, con pelos o con plumas y comiendo una cosa u otra, criaban amorosamente a sus retoños y compartían enfermedades y parásitos, entre ellos la garrapata común.
Hace unos 65 millones de años, todos aquellos animales fantásticos desaparecieron de la faz de la tierra dejando un gran número de posibilidades para otro tipo de animales más pequeños, aunque las características básicas de alguno de aquellos animales extintos, han pervivido hasta nuestros días bajo la forma de aves modernas o reptiles. Todo eso se sabe principalmente por las plumas y todo tipo de pequeños insectos que quedaron atrapados en el ámbar.
El ámbar, catalogado como piedra semipreciosa, no es otra cosa que la resina fosilizada de coníferas u otras especies que ha llegado a nuestros días con multitud de insectos, hojas y hasta pequeños animales de todo tipo, de aquella época primigenia. La resina que exudaron este tipo de árboles o plantas se fosilizó, conservándose en depósitos minerales que han llegado a nuestro tiempo millones de años después.
El 80% del ámbar mundial se concentró al Este del mar Báltico, aunque miles de fragmentos llegaron también a Dinamarca, Noruega, e incluso a Inglaterra, arrastrados por las corrientes marinas. Según un artículo de la revista Nature, las garrapatas no solo chupaban la sangre de pequeños mamíferos, sino que fueron incluso anteriores a éstos, puesto que ya chupaban la sangre de los dinosaurios. Una pieza de ámbar del mar Báltico, evaluada con una antigüedad superior a los 100 millones de años, tiene en su interior un verdadero tesoro: una pluma de dinosaurio con una garrapata aferrada a ella.
Claro que si alguien puede pensar que se pueda extraer el material genético de la citada garrapata y revivir el pasado, que vaya olvidándolo ya que la momificación que sufren las especies atrapadas en el ámbar, impide extraer muestras de su material genético. Mmmm. ¡Qué lástima!. ¿Verdad?.
RAFAEL FABREGAT
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