La palabreja se las trae, pero más aún su significado. En algunos países existen todavía costumbres ancladas a tiempos remotos y el "Chhaupadi" es una de esas costumbres con prácticas inhumanas hacia las mujeres, en los días que tienen la menstruación. Los tiempos van cambiando, pero muy poco a poco. En la India y gracias a las nuevas leyes, hace menos de un año que las mujeres, aún teniendo la menstruación, han conseguido acceder a los templos, pero en Nepal todavía no se ha llegado a esa cota de "libertades" consideradas profanas. Ser mujer todavía es una condena en Nepal, pues tener el periodo es un estigma contra el que todavía tienen que luchar. Calificadas de impuras, los días que tienen la regla las mujeres son apartadas de la familia y de la comunidad, sin poder tocar a nadie que no sean sus propios hijos y tampoco al ganado o a las plantas.
Condenadas a vivir en chamizos como los que salpica esta entrada, son sus familias las que se ocupan de llevarles a este tétrico lugar lo que tienen que comer y beber. Durante el tiempo que les dura el periodo tampoco tienen acceso al agua y por consiguiente no pueden lavarse y asearse, ni cambiarse de ropa. La mujer habita estos lugares apartada de la aldea, con el consiguiente peligro de picaduras de serpientes y escorpiones, expuestas al frío y a todo tipo de calamidades. En 2017 estas prácticas fueron condenadas por el gobierno nepalí pero Amnistía Internacional denuncia que en muchísimas aldeas y pueblos apartados, sigue practicándose esta costumbre ancestral de erradicar a sus mujeres a un chhau goth. Se trata de una construcción miserable, indecente incluso para criar cerdos.
Ellas, las pobres, quizás no se den cuenta de la discriminación que tal injusticia supone, puesto que así lo han visto desde siempre con sus madres y hermanas mayores y quizá lo vivan con resignación pero, no por eso, lo que se hace con ellas tiene que ser un delito menor. Con tan solo 26 años de edad, la teniente de alcalde del municipio de Budhinanda, Shristi Regmi, está recorriendo las aldeas más remotas de su provincia con la firme decisión de acabar con estas prácticas que, por muy ancestrales que sean, no dejan de ser un trato inhumano y lesivo para las mujeres. Esta joven, conocedora del problema, ha decidido erradicar, al menos en su provincia, la práctica del Chhaupadi, una costumbre que durante siglos ha discriminado a la mujer por el solo hecho de serlo.
Si lo consigue pondrá fin al maltrato de los cientos de miles de mujeres, millones quizás, que han sufrido el rechazo de todos los varones de su familia, durante esos días difíciles. El gobierno nepalí hace más de una década que condenó estas prácticas pero en el medio rural y más aún en lugares apartados, esta práctica sigue llevándose a cabo, aunque ya con el rechazo de muchas de ellas. No hace mucho tiempo una mujer y sus tres niños que se empeñaron en acompañarla en su destierro fueron encontrados muertos dentro del cobertizo. Fue una noche muy fría y, a pesar de no tener ventanas ni chimenea, encendieron una fogata para calentarse muriendo asfixiados. Las propias autoridades cuentan que se trata de una costumbre de tipo religioso que ha matado a muchas mujeres.
Los propios ayuntamientos piden a sus vecinos que derriben los "chhau goth", amenazándoles con la no percepción de subsidios estatales, así como a darles de baja en las pensiones de la vejez. Según los propios gobernantes todos los esfuerzos son pocos para acabar con la desigualdad que supone esta práctica injusta y abusiva. La costumbre parece ser que se practica en todos los rincones de Nepal, aunque con estilos diferentes ya que mientras en las zonas apartadas y montañosas se mantiene a la vieja usanza del internamiento en cobertizos ya construidos al efecto, en las ciudades las mujeres quedan encerradas en una habitación sin acceso a la cocina o a tocar al resto de habitantes de la casa.
RAFAEL FABREGAT
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