22 de abril de 2017

2400- IMPOSIBLE VIAJAR AL ESPACIO.

No es nada nuevo, a finales de la década de los 70 el astrofísico norteamericano Donald Kessler ya se percató del problema. Con los adelantos de la tecnología espacial, cada día son más los restos de satélites que viajan a la deriva por el espacio. A menudo esos restos chocan unos con otros fragmentándose más y más. En aquellos momentos nadie le hizo el menor caso, habida cuenta la grandiosidad del espacio exterior y los limitados viajes espaciales que se llevaban a cabo, pero justamente esta semana pasada 400 expertos de todo el mundo se han reunido en Darmstadt (Alemania) para estudiar este fenómeno, habida cuenta los numerosos artefactos que cada año se colocan en órbita. La imagen es naturalmente desproporcionada, pero no es para tomarla a broma.

Ya no es cuestión de viajes espaciales, que también, sino que solo la vigilancia metereológica y los repetidores de imágenes y audio tienen en órbita miles de satélites que ya amenazan incluso nuestra propia integridad física. Ya no se trata de una carrera armamentística o de espionaje. Son muchos los satélites que nos permiten comunicarnos. Unos en perfecto estado y otros en desuso, pero cada día será más frecuente el choque y la fragmentación de unos y otros. Solo el choque de un satélite ruso y otro americano sobre Sibaria, generó más de 2.000 fragmentos que actualmente vuelan sobre nuestra cabezas. La NASA estima que actualmente hay 166.000 millones de fragmentos inferiores a un centímetro; 750.000 entre uno y diez centímetros y 21.000 entre una pelota de tenis y una de baloncesto. 

Eso sin contar los satélites que todavía vuelan enteros o los fragmentos de gran tamaño que se mantienen en órbita... La NASA se ha reunido con todos los expertos mundiales para proponer la recogida de esa "basura espacial". Desde luego no será fácil ni barato pero, si no se recoge, en el plazo de cien años será imposible lanzar nada al espacio sin un alto riesgo de colisión. Por pequeños que sean esos fragmentos, a 40.000 Km./hora son capaces de destrozar todo cuanto se ponga por delante. La primera prueba será el envió de un satélite desarrollado en Singapur que, por medio de seis ingenios menores portadores de un sistema de imantado, recogerán toda la "basura" que vayan encontrando en el espacio. Cuando cada uno de los ingenios menores haya recolectado una determinada cantidad de esa basura espacial, entrará en la atmósfera para desintegrarse con ella. 

En breve, ningún artefacto podrá lanzarse al espacio sin que pague la "tasa de recogida". 
Esta peligrosa basura espacial se ha hecho tan evidente que todos los países del mundo consideran imprescindible su recogida para poder seguir lanzando nuevos satélites. 
Desde 1957 hasta hoy han sido lanzados unos 6.000 satélites y esta proporción aumenta día tras día peligrosamente. 
La tecnología todavía no ha permitido al hombre visitar otros planetas pero, si no se toman medidas, cuando tengamos la tecnología no habrá caminos para desplazarse.

RAFAEL FABREGAT

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