10 de abril de 2017

2391- LA TUMBA DEL SEÑOR DE SIPAN.

Centrados en los pueblos Maya, Inca o Azteca, sin duda los más importantes del continente americano, la mayoría de las culturas prehispánicas han pasado casi desapercibidas para la mayoría de los curiosos de la Historia. La Mochica fue una de esas culturas, en este caso peruanas, de la que apenas nada sabríamos si no fuera por el hallazgo del arqueólogo Walter Alva, descubridor, con su equipo, de la tumba del Señor de Sipán, gobernante de la segunda mitad del siglo III d.C. Con 1,65 m. de altura este gobernante era sin duda uno de los más altos de su época. No se saben exactamente las causas de su muerte, sucedida con poco más de 30 años de edad y sin marcas que demuestren ninguna violencia. Este gobernante fue enterrado con todos los honores, en féretro de madera con gran número de perlas, coraza de metal y turquesas, máscara y complementos de oro. 

Los Mochicas fueron adelantados a su tiempo, capaces de canalizar el agua hasta sus poblados y de establecer cultivos con irrigación controlada. Eran agricultores y sus cosechas alimento básico de la población. Su núcleo principal estaba establecido en el valle del río Moche, ciudad sagrada y sede del gobierno Mochica. Los principales restos arqueológicos son las Huacas del Sol y de la Luna, palacios de sus señores. También los religiosos eran parte importante del gobierno del pueblo, siendo la Luna la deidad principal. Como en tantas otras culturas estaban organizados por clases, siendo los campesinos el estamento más bajo, los artesanos en la intermedia y los sacerdotes en la más alta. El señor y sus generales eran lógicamente quienes estaban en el nivel superior. A pesar de esta fuerte división social, los Mochicas vivían conformes a su categoría social.

 Gustaban de divertirse y con mucha frecuencia organizaban bailes y fiestas de todo tipo, en las que se comía y bebía hasta emborracharse completamente. No había prejuicios éticos y morales en cuanto al sexo, como demuestran las cerámicas encontradas. Conocían a la perfección el trabajo de la alfarería y el manejo de los metales preciosos. El hallazgo de estas tumbas puso al descubierto secretos de esta civilización muy anterior a las conocidas hasta ahora. A finales de la década de 1980 la crisis peruana provocó que mucha gente intentara cubrir sus necesidades saqueando las tumbas de sus antepasados. La zona Mochica fue una de las más afectadas, sin saber que con esos actos estaban amenazando buena parte de la Historia del Perú.

Los arqueólogos acudieron rápidamente al lugar de los saqueos, viendo que la riqueza de las piezas encontradas no era la habitual de los entierros moches. La arquología rutinaria se convirtió rápidamente en un proyecto de primer orden. Las excavaciones se prolongaron durante más de un año antes de encontrar la tumba intacta del Señor de Sipán y del Viejo Señor de Sipán, ambos enterrados con muchos acompañantes. Lo más impresionante fue la gran cantidad de ornamento de oro, plata y piedras preciosas, pero también la presencia de tres mujeres jóvenes, dos hombres, un niño y dos guardianes, además de un perro y dos llamas. Se cree que fueron sacrificados para acompañar al difunto en su viaje al más allá y cortadas sus piernas para que no pudieran escapar a su destino.

Se encontraron también alrededor de 600 objetos, entre los que destacan tres pares de orejas de oro y un collar de oro, plata y maní. Diecisiete siglos después de su muerte, el Señor de Sipán traía la riqueza a su pueblo de Lambayeque al colmarlo de arqueólogos y de turistas llegados de todas las partes del mundo. Treinta años después del primer descubrimiento, siguen encontrándose piezas que nos hablan del esplendoroso pasado de este territorio peruano. Desde entonces se han encontrado hasta 16 tumbas reales, todas sin duda figuran como las más ricas encontradas hasta ahora en el continente americano. En ellas joyas de gran calidad e importantes ajuares funerarios que han dado para la construcción de un importante Museo en Lambayeque, con la Sala Real Mochica y una reproducción de la que se supone forma de vida de aquellas gentes, por medio de 35 figuras en movimiento, aunque el interés principal de los visitantes se dirige a la tumba del Señor de Sipán...

RAFAEL FABREGAT

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