Mucha gente cree que lo de los castillos es algo antiguo, medieval como muy próximo y que por lo tanto el continente americano, 'descubierto' en el siglo XV, está libre de este tipo de construcciones. Sin embargo no es así. Aparte de las fortificaciones que los europeos construyeron tras su llegada al Nuevo Mundo, aquellos castillos-palacio que sustituyeron a los defensivos de antaño, también se trasladaron al nuevo continente. Uno de ellos es el Castillo Ramezay, situado en la ciudad de Montreal, provincia de Quebec, al este de Canadá. Con estas tierras bajo dominio francés en 1705 el gobernador de Montreal Claude de Ramezay mandó construir este castillo, pero no para defensa, sino para alojar a su familia y para desarrollar sus funciones políticas y administrativas. Pocos edificios de esta época han llegado a nuestros días y éste lo consiguió gracias a sus diferentes moradores.
Cuando un edificio se construye sólidamente y con buen gusto, le salen continuamente pretendientes. Con el paso de los años, este castillo acogió al intendente de la Nueva Francia, a la Compañía de las Indias, al ejército revolucionario americano, a diferentes gobernadores británicos, al Ministerio de Instrucción Pública y Corte de Justicia, así como a las facultades de Derecho y Medicina, sin contar a los muchos invitados ilustres y a su actual Museo de Historia de Canadá. En nuestros días exposiciones permanentes y temporales fomentan la visita de todos aquellos que pasan por Montreal. Su patrimonio y la vida cotidiana de sus habitantes a lo largo de los siglos, se hace patente en estas exposiciones que hacen las delicias de quienes visitan el Castillo Ramezay.
Una completa audioguía le hablará de las diferentes estancias del castillo y le relatará la vida y obra de los ilustres personajes que habitaron entre estas paredes, así como la buena vida palaciega que disfrutaron en sus estancias. El suntuoso jardín del gobernador al estilo de la Francia del XVIII y el vergel de plantas medicinales que allí tenían a mano, como la más completa de las boticas, en la parte posterior del palacio. En el centro del jardía de recreo, un café-terraza ofrece al visitante todo cuanto pueda desear. Por si los precios le parecen extremadamente bajos, la tienda de Château le brinda la posibilidad de adquirir los más exclusivos regalos de Montreal con los que maravillar a amigos y familiares a su regreso. La cuestión es 'quemar' la Tarjeta VISA como sea...
RAFAEL FABREGAT
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