19 de noviembre de 2016

2261- A LA LUZ DE LA LUNA.

En Madrid tenemos uno de los monumentos más importantes de España y del mundo. Se trata del Templo de Debot, un edificio del Antiguo Egipto regalado en 1968 por las autoridades de este país milenario, en agradecimiento a nuestra colaboración en los trabajos de salvamento de los templos de Nubia (Abu Simbel), en peligro de ser sepultados por las aguas de la presa de Asuan. 

Agradecidos por esta inestimable y desinteresada ayuda, Egipto regaló uno de sus monumentos a cada uno de los cuatro países colaboradores. 
El Templo de Dendur a los Estados Unidos, el Templo de Ellesya a Italia, el Templo de Taffa a los Países Bajos y el Templo de Debot a España. 
Un regalo que pagaba con creces la ayuda recibida, pues nadie colaboró por otra causa que no fuera salvar aquellas joyas del desastre.
Los tres primeros países instalaron la joya recibida en lugar preeminente de museos de tanto prestigio como el Metropolitan Museum de Nueva York, el Museo Egipcio de Turín y el Rijksmuseum van Oudheden de Leiden. Los españoles, así somos nosotros, lo instalamos allá en una punta del Parque del Oeste, en mitad de la nada, lugar que ocupaba antiguamente el Cuartel de la Montaña. 
Total... ¡por unas piedras viejas, de 2.200 años de antigüedad!. El sitio es bonito, no vayan a creer, pero garantías, allí en mitad de la nada... ¡ninguna!. Durante el día sí, porque es un parque precioso y la gente gusta de ir a pasear entre los árboles frondosos que lo rodean pero, claro, cuando atardece y todo está en penumbra... Los vecinos, de las proximidades encantados de tener en las proximidades de su casa una joya egipcia de semejante valor histórico, pero... ¡ahora ya no están tan contentos!.

El entorno es especialmente agradable y pintoresco. ¡Una verdadera joya de la que los madrileños se sientes especialmente orgullosos. Un parque de 87 hectáreas en el centro de Madrid, junto a la Casa de Campo, barrio de Salamanca, Parque del Retiro, Chamberí y Carabanchel... Lugar ideal para pasear y respirar aire pudo, cuando la contaminación atmosférica lo permite... Pero esa paz y ese lugar que teóricamente idílico, desaparecen al anochecer de cada uno de los días de la semana. Todo cambia al quedar el lugar en penumbra y no es porque no siga siendo un lugar especialmente bello, sino porque la libertad que en España se disfruta se transforma en libertinaje y cada cual campa a sus anchas.
Ya echándose encima la noche numerosas parejas van llegando a la inmediaciones del Templo de Debot. Naturalmente no es para admirar la bella iluminación de tan insigne monumento. Es simplemente un lugar de encuentro para parejas de sexo masculino, aunque ellos sientan otra cosa bien distinta. La mayoría ni siquiera se conocen pero una aplicación móvil cita en tan idílico lugar a todos los que buscan esta clase de sexo. En las inmediaciones hay varios coches aparcados pero, de momento, nadie baja de los mismos. Pasan los minutos y la noche se echa encima. Algunos bajan ya del coche y hablan entre ellos para, acto seguido, meterse entre los matorrales. Otros echan hacia atrás el respaldo del asiento del copiloto y dejan la puerta abierta esperando un voluntario que se meta dentro.

Los dioses de Amón e Isis contemplan impertérritos lo que ahora se conoce como 'cruising' o, lo que es lo mismo, tener sexo con personas desconocidas en lugares públicos. 
Se trata de satisfacer las necesidades sexuales preservando su identidad y sin la dependencia que significa tener una pareja estable. 
Siempre ocurre entre 'maricas' ya que, en el caso de parejas hetereosexuales se denomina 'dogging', cosas de los anglicismos ahora tan de moda, pero eso no es justamente los que los dioses egipcios contemplan cada noche a la luz de la luna de Madrid.
Los vecinos de las proximidades ya no están tan contentos, sino cansados de que las colinas del parque en las que está instalado el Templo de Debot, amanezcan cada día repletas de preservativos usados, sobres de lubricante y pañuelos desechables...

RAFAEL FABREGAT 

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