Hacía ya mucho tiempo que lo veíamos perdedor, en esta partida de 'mus' que es el gobierno de España, pero 'en casa' las presiones le hacían ver luces que no existían. Lo de 'no es no' quizás pudiera estar bien en un principio, afiánzándole en lo que parecía una postura socialista inamovible con respecto a su más inmediato enemigo. Sin embargo, malo es no reconocer el potencial de tu enemigo y la derrota que por segunda vez vino de la mano de millones de españoles que votaron a tu contrincante popular. Por si todo eso fuera poco, no supo valorar que dentro de 'su casa' tampoco estaban contentos, ni con él ni con las políticas emprendidas. Sin embargo la gota que colmó el vaso de propios y extraños fue que pretendiera aliarse con el propio diablo si con ello podía alcanzar el inquilinato de la Moncloa. Las cosas no se consiguen a cualquier precio.
Un político que pretende gobernar España tiene que saber, al menos, quienes son sus amigos y quienes sus enemigos. Ya sabemos que, desgraciadamente, pocas veces es así pero el político se debe a la ciudadanía y no a pretensiones de 'niño malcriado' que se aferra a sus ideas con berrinche incluido. ¿Pretender aliarse con los populistas para alcanzar la presidencia?. Pero... ¡hombre de Dios!. ¿Acaso hay alguna duda de que justamente esos son los peores enemigos del socialismo español?. Lo siento amigo. Has demostrado tener pocas luces y para gobernar un país se necesitan muchas y de gran potencia. Has vendido la piel antes de cazar el oso. No sabiendo quien es tu peor enemigo, difícilmente puedes gobernar España y protegernos a todos de los lobos que campan a sus anchas por las proximidades.
En estos casos, como siempre pasa, mientras tu árbol dio alguna sombra no te faltaron aduladores que buscaban el ansiado frescor que pudieras brindarles, pero muerto el perro se acabó la rabia. En tus desaciertos televisivos encontraste el puñal que te remataría. Aquellos que pretendías que viajaran contigo por el camino ensombrecido de promesas de imposible cumplimiento, lejos de aplaudir tus trasnochadas ideas, viéndote caído te remataron sin piedad. A partir de ese momento, incluso aquellos que te siguieron hasta el final abandonaron tu nave. Tu carrera política ha finalizado, como todo finaliza más tarde o más temprano. Lo tuyo no ha sido algo gradual, ni siquiera una muerte súbita. Lo tuyo ha sido un suicidio. Político, claro, político... Pero no te preocupes, más inepto que es Zapatero... Y por ahí va, ¡'arreglando' el mundo!, intentando remediar lo irremediable...
RAFAEL FABREGAT
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