Estamos en el término municipal de la localidad de Cuacos de Yuste, provincia de Cáceres (España). El Monasterio de San Jerónimo de Yuste, fue construido sobre las ruinas de un viejo convento y junto al palacio que sirvió de residencia al rey Carlos I de España y V emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, en sus dos últimos años de vida. (1556-1558) Actualmente está habitado por monjes de la Orden Paulina.
En 1402 se construyó un cenobio a iniciativa de los vecinos de la comarca, para dar cobijo a ermitaños de pobre vida que posteriormente se acogieron a la Orden de San Jerónimo. En 1556 el rey de España quiso retirarse a un convento y eligió este lugar, motivo por el cual llevó a cabo numerosas obras a fin de que las pobres y escasas dependencias con las que contaba el monasterio, fueran ampliadas para dar cabida a su persona y a un séquito de unas 60 que le acompañaban. La casa-palacio se construyó en dos plantas, dando sus habitaciones personales junto al Coro de la iglesia a fin de poder asistir a la misa sin tener que salir de las mismas. A su muerte en 1558 fue enterrado en aquella misma iglesia aunque, por expreso deseo de su hijo Felipe II, posteriormente sus restos serían trasladados al Monasterio de El Escorial.
Durante la Guerra de la Independencia, todo el complejo fue destruido e incendiado siendo los Jerónimos expulsados del lugar. Sin embargo buena parte de las piezas de su estancia fueron salvadas. Casi acto seguido, la Desamortización de Mendizábal puso en subasta lo que quedaba de aquellos edificios, iniciándose una larga época de abandono y deterioro de todos ellos. La Dirección General de Bellas Artes inició en 1949 los trabajos de reconstrucción, basándose en los diseños del proyecto original, que evidenciaron las notables diferencias entre el convento y la residencia del emperador y acompañantes.
En el primero la iglesia y sus dos claustros, en el segundo la antecámara y alcoba de Carlos I que se comunica con la iglesia y dos estancias más, una de las cuales fue comedor y sala de audiencias. Tanto estas estancias como las que ocupaba el séquito del rey son de calidad sencilla, con predominio del ladrillo y la mampostería. El monasterio en sí no es pues un monumento de gran relevancia pero la presencia real dotó a la comarca de prestigio y leyendas que, sumadas a las riquezas naturales de la zona, hacen que los 19 pueblos de la Comarca de La Vera gocen de una importante afluencia turística. El pimentón de La Vera, las cerezas del Valle del Jerte y las importantes fiestas que reviven antiguas leyendas de la zona hace que año tras año aumenten sus visitantes.
Una de las leyendas más populares cuenta que desde el Real Monasterio de Yuste y hasta el cercano pueblo de Cuacos de Yuste, existe un túnel que Carlos I utilizaba para visitar a su hijo bastardo (Jeromín) que años después se convertiría en Don Juan de Austria.
Efectivamente Jeromín era hijo del rey y de su amante Bárbara Blumberg, una dama de la burguesía alemana que murió pocos años después. El niño nació en Ratisbona, estado de Baviera, en Febrero de 1547. El nombre le fue dado porque su madre se casó con Jerónimo Piramo Kegel y le pusieron el nombre del esposo, aunque siempre lo llamaron con el diminutivo de Jeromín.
Carlos I decidió que el niño se criara en España y al efecto su mayordomo Don Luís de Quijada llegó a un acuerdo económico para que una familia se hiciera cargo de su educación.
En 1551 aquella familia llegó a Leganés (España) y enterado el mayordomo que el niño jugaba por las calles con los desarrapados de su edad, se lo llevó a su Castillo en Villagarcia de Campos para darle la educación que merecía como hijo del rey. Ya en Yuste Carlos I pidió a Luis de Quijada que fuesen a vivir a Cuacos de Yuste para estar más cerca de su hijo.
En su testamento de 1558 Carlos I reconoció al pequeño 'Jeromín' como hijo suyo y ordenó que cambiara su nombre por el de Juan de Austria y se le otorgaran todos los privilegios propios de su rango.
RAFAEL FABREGAT
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