1 de noviembre de 2016

2237- UN MISTERIO SIN RESPUESTAS.

En la localidad tiñerfeña de Güímar está el misterioso Barranco de Badajoz, lugar frecuentado por seres misteriosos, que nadie ha visto pero de los que todos han oído hablar. Son varias las leyendas que se cuentan de dicho lugar pero hay una que destaca sobre las demás y es la que voy a contarles...
La versión más popular cuenta que una joven del vecino pueblo de San Juan, paseaba por el camino anexo al Barranco de Badajoz y se asomó a la cueva adyacente al camino, donde había un ser enigmático al que tomó confianza inmediata. Después de charlar un rato con él regresó a su casa y se encontró con que sus padres y demás gente conocida se habían convertido en ancianos, mientras ella seguía igual.

Este misterio se cuenta con pelos y señales en otra narración que nos dice que en el verano de 1890 un matrimonio que tenía casa y tierras en dicho Barranco de Badajoz, mandó a su hija al huerto adjunto a la casa para que trajera unas peras para postre de la comida del mediodía. La muchacha contó posteriormente que, tras comerse una de las peras que había cogido, se sentó al pie del peral y se quedó dormida. No se sabe a ciencia cierta si la joven vivió realmente lo que contó con posterioridad, o si caso lo soñaría. La cuestión es que, sueño o realidad, los hechos referidos por la joven son que un joven vestido de blanco la despertó y le dijo que lo acompañase, cosa a lo que ella accedió sin sentir temor alguno, a pesar de no conocerle.

Tras un breve recorrido entraron en la cueva situada en dicho barranco y al fondo de la misma encontraron unos escalones que descendían hacia las entrañas de la tierra. Ambos bajaron por ellos y al final de dicha escalera hallaron un hermoso jardín en el que habían muchos otros seres vestidos de blanco como el que la había guiado hasta allí. Todos la acogieron de forma agradable y de hecho estuvieron charlando durante un buen rato, hasta que finalmente la joven dijo que tenía que regresar a su casa y el joven la acompañó hasta la boca de la gruta y se despidieron. Para ella apenas había pasado una hora, como mucho, pero al regresar a su casa se encontró con que sus padres habían envejecido notablemente. Era el mismo día, pero... ¡de 1910!.

En su momento, los padres de la joven al ver que tardaba en regresar fueron al huerto a buscarla, pero no la encontraron. Bajo el peral la cesta llena de frutos, pero ni rastro de la joven. A los gritos de los padres acudieron amigos y vecinos y entre todos se organizó una búsqueda, de todo punto infructuosa. La muchacha no apareció y sus padres vivieron con gran pena aquella misteriosa desaparición durante muchos años. Ya mayores y para su sorpresa, un día la joven llamó a la puerta de la casa y en un primer momento sus padres apenas la reconocieron. Su hija estaba allí, frente a ellos. Habían pasado ¡veinte años! pero la joven estaba exactamente igual al día que desapareció, e incluso vestía las mismas ropas. Nadie encontró explicación a lo acontecido... (Yo tampoco)

RAFAEL FABREGAT

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