Qué "suerte" la mía. Nací sin corresponderme, tras muchos abortos y ya con una madre, empeñada en serlo a pesar de su edad avanzada y mala salud. Murió dos años después, sin tiempo siquiera para poder criar al ansiado hijo que su precaria naturaleza tantas veces le negó. Ese soy yo, esa fue mi madre y como consecuencia de todo ello nació aquel niño con una salud más bien precaria. En realidad era un tema de huesos, Displasia fibrosa osteostótica o politópica, una disfunción o fijación desigual del calcio. La enfermedad tardaría casi cuarenta años en encontrar diagnóstico y tratamiento. El resultado ya se lo pueden imaginar... Una niñez y una juventud con escasa salud, plagada de dolores en huesos y articulaciones que los médicos achacaban a un problema de reuma generalizado y cuyo tratamiento me destrozó estómago y duodeno.
Un accidente, ya cumplidos los 40 años, me abrió las puertas de un correcto diagnóstico y tratamiento casi experimental. Un coche me atropelló y las consiguientes radiografías detectaron la enfermedad. Hacía tan solo 3 años que se había descubierto esta dolencia y la manera de tratarla. El tratamiento a base de calcitonina era experimental, pero evolucionó rápidamente con los años. Primero inyectada, después mediante spray nasal, más tarde en comprimidos diarios y finalmente en cápsulas semanales, siempre acompañado de tabletas de calcio. La enfermedad se consideró estabilizada al poco de cumplir yo los 68 años de edad. Demasiado tarde, pero aquí estoy, algo frágil pero vivito y coleando, para mayor quimera de aquellos que puedan odiarme aún sin que yo jamás les hiciera daño, a sabiendas.
En la Región Valenciana mi caso era único en su gravedad. ¡Vaya suerte, ser el número uno en algo...! De todas formas si no es por una cosa es por otra pero, a pesar de vivir en uno de los países sanitariamente más adelantados del mundo, son muchos los problemas de salud que sufre la senectud. Un reciente estudio sobre población por encima de los 65 años de edad asegura que más del 20% de personas por encima de este umbral de edad es frágil y, de no corregirse, el problema puede ir a más. Como es fácil suponer, esta patología cuesta mucho dinero a la Seguridad Social y por lo tanto se están moviendo todos los hilos para corregir el problema, lo cual se ve complicado y difícil por la edad de los afectados. Se trabaja sin duda en detectar el foco del problema a edades más tempranas a fin de que la gente llegue a esa edad en mejores condiciones.
Lo más interesante es que esa fragilidad se puede combatir y subsanar. Liderados por España, todos los países de la Unión Europea están trabajando actualmente en este tema. Para los actuales afectados ya es tarde, pero bueno es que las generaciones futuras lleguen en un 100% a la vejez en mejores condiciones de salud y que puedan disfrutar de su jubilación en perfectas condiciones. Como es fácil de imaginar la temida "fragilidad" es un problema que aumenta con la edad. No se trata tan solo de llegar a una mayor supervivencia, sino también que sea en mejor estado. De poco sirve llegar a una edad avanzada si la salud es precaria. El estudio y prevención de la "fragilidad" conllevará un gasto de cientos de millones de euros, eso está claro, pero merecerá la pena. La discapacidad y deterioro funcional supone el 78% del gasto farmaceútico de los pensionistas y todo cuanto se invierta en su corrección será rápidamente compensado.
RAFAEL FABREGAT
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