Para entonces todos los terrenos circundantes ya formaban parte del paisaje natural y pronto fueron convertidos en hogar del famoso ganado salvaje de Chillingham. Durante la II Guerra Mundial el castillo fue usado como Cuartel Militar y buena parte de la madera decorativa que contenía el edificio usada para calentar a los soldados que allí se cobijaban. La rapiña posterior de las láminas de plomo del tejado aumentó más si cabe el deterioro de este simbólico edificio que poco a poco quedó en estado casi ruinoso. En 1980 el edificio fue adquirido a la familia Grey por un descendiente remoto que emprendió una minuciosa restauración del castillo. Lo que ignoraban los compradores era la gran cantidad de fantasmas que habitaban la casa. En un principio, tras la restauración los fantasmas parecieron abandonar el edificio, pero ahora han regresado con mayor presencia si cabe.
Durante las obras de remodelación los cuerpos de un hombre y una mujer aparecieron tras el derribo de una pared de tres metros de grosor. Sus propietarios fueron finalmente informados de las frecuentes visiones de un "chico azul" y de un tal John Sage, antiguo torturador que prestaba sus servicios en el castillo tiempos pasados. También Lady Mari Berkeley, una de las antiguas propietarias del castillo, vaga con frecuencia por sus salas. Cualquiera de nosotros puede comprobarlo en primera persona, puesto que el castillo ha sido convertido en hotel rural de primera categoría. Muchos de los clientes dicen haber visto flases azules y rayos del mismo color sobre las camas que ocupaban. También vaga por allí el llamado "muchacho triste", cuyos gritos se oyen a las doce de cada noche en un pasaje interior del castillo, hoy convertido en buffet para el desayuno.

Con todas las modificaciones llevadas a cabo y los cuerpos encontrados y enterrados en tierra bendita las aterradoras imágenes y ruidos fantasmagóricos desaparecieron "casi" por completo, lo cual hizo que los huéspedes del castillo fueran en aumento. No se sabe por qué razón, últimamente vuelven a escucharse.
Los clientes del hotel buscan confort y relax, así que parece que vuelven a disminuir.
Yo, por si acaso, no pienso ir...
RAFAEL FABREGAT
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