Como suele ser habitual el amor de la hoy anciana Mary Gram de 84 años y su marido, quedó reflejado en un anillo que éste le regaló en 1951 tras declararle su amor. Un año después la pareja se casaba iniciando una larga vida en común que duraría hasta la muerte del esposo, en 2012. Hasta ahí todo normal. Lo realmente extraño comenzó con la pérdida de esa joya entrañable, por parte de la señora Gram, mientras trabajaba en el jardín de su casa y sin que ésta se percatara. Cuando se dio cuenta que no lo llevaba en el dedo la mujer revolvió cielo y tierra en su busca, pero no la encontró. Finalmente desistió, pensando en buena lógica que el anillo habría sido enterrado mientras trabajaba y, para evitar el disgusto a su marido, fue a la joyería y encargó uno prácticamente idéntico.
Solo su hijo fue informado de la pérdida, quedando el secreto entre ambos. Tras la muerte de su esposo en 2012, la mujer se mudó quedándose en la casa su hijo y su nuera que, milagrosamente, encontraron el anillo ensartado en una zanahoria. Nunca se había visto nada semejante. Trece años después de su pérdida, una semilla de zanahoria había germinado en el lugar en que se encontraba el anillo y, para sorpresa de todos, éste quedó insertado en su raíz, estrangulando el tubérculo. Avisada la madre, acudió de inmediato para ver el milagroso hallazgo. Debidamente limpiado el anillo le sigue quedando perfectamente, como si nunca hubiera abandonado su dedo. La señora Gram prometió no quitárselo nunca más. Aunque no pueda recuperar a su marido, cada vez que mire su dedo podrá recordar los muchos años de feliz matrimonio.
RAFAEL FABREGAT
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