La Sagrada Biblia nos dice que pecado es cualquier pensamiento u obra que vaya en contra de la Ley de Dios. Así de simple. Según allí se cuenta, los Mandamientos le fueron entregados a Moisés en el monte Sinaí por el propio Dios, claro que los sacerdotes esas cosas no se las creen y por lo tanto, si ellos no lo creen, ¿qué vamos a creer nosotros?. De todas formas pecados los hay de menor y mayor importancia. Los menores, llamados veniales, no es menester ni nombrarlos puesto que, por su propia naturaleza, carecen incluso de importancia como para llamarles pecado. Minucias, cosas de niños... Tanto es así que el pecado venial no rompe la alianza con Dios e incluso es perdonado directamente por el simple arrepentimiento. El problema del pecado venial es que, si no se corrige, nos envuelve y nos acerca al pecado mortal, lo cual ya es cosa más seria, pero tampoco a esos temen los sacerdotes, será que ellos tienen inmunidad eclesiástica.
Del pecado venial al mortal solo hay un paso: el de hacer un mismo acto deshonesto con pleno conocimiento de causa. Es decir: "Sé que es pecado, pero lo hago igualmente". Eso es pecado mortal y dentro de ese tipo de pecados los más graves son sin duda los siguientes:
4º.- Honrarás a tu padre y a tu madre, especialmente en lo referente a respetarles y proporcionarles ayuda, así como alimentos y atención en su vejez.
5º.- No matarás, ni causarás daño de palabra u obra a tus semejantes.
6º.- No cometerás actos impuros. Se nos pide que tratemos la sexualidad solamente como forma de procreación. Practicar sexo de forma lujuriosa ofende a Dios y es pecado mortal; uno de los siete pecados capitales y el más extendido entre el clero. Sexo con quien no sea tu cónyuge.
Nadie considera en pleno siglo XXI que vivir en pecado sea acostarse con otra persona sin estar casado, pero sí hacerlo con menores o con personas del mismo sexo puesto que es lujuria explícita.
Según el evangelio de Mateo, para entrar en el Cielo y para tener una buena vida de relación con la sociedad que nos rodea, debemos guardar especialmente aquellos Mandamientos que afectan a nuestra relación con los demás... No mates, no cometas adulterio, no robes bienes ajenos, no des falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre y ama al prójimo como a ti mismo. ¿Es posible, en el mundo de hoy, seguir firmemente todos estos mandamientos?. Bien, poder se puede pero es muy difícil. Especialmente porque para actuar de ese modo haría falta que fuéramos iguales, que todos lo hicieran así, cosa imposible. La inocencia infantil acaba cuando recibes la traición de quien creías tu amigo. Lo de poner la otra mejilla cuando alguien te pega u ofende, no sé si puede hacerse, pero es antinatural y por lo tanto, está claro que nadie lo hace. Es más, nadie espera que lo hagas. Dios lo sabe bien y lo perdona. La caridad empieza por uno mismo.
RAFAEL FABREGAT
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