España es rica en Historia y buena prueba de ello es su riqueza arquitectónica, no siempre bien cuidada. Miles de monumentos históricos están prácticamente desaparecidos o próximos a desaparecer, sin que nadie haga nada por remediarlo. Y eso que una de las primeras bazas económicas del país está actualmente en el turismo...
El que hoy nos ocupa, Monasterio de Santa María de Monfero, es uno de esos emblemáticos monumentos repletos de Historia y ya con algunas partes en completo deterioro o casi en estado ruinoso. Está claro que a nadie le gusta esto, pero el mundo se mueve por el sistema de prioridades y, sin una economía boyante, casi resulta justificado que ciertas cosas caigan en el abandono. Lamentable, pero es lo que hay. Monfero es un pueblo de unos 2.000 habitantes, situado en la 'Comarca del Eume', provincia de La Coruña (España). Como sucede en muchas partes de Galicia, buena parte de la población vive dispersa o en pequeñas aldeas. Con apenas 170 Km2. de superficie Monfero tiene siete parroquias y es en la de San Fiz (Félix en castellano) a la que pertenece el monasterio de Santa María de Monfero.
Su visita es sumamente fácil a partir de la localidad de Pontedeume, de la que dista 21 Km. y también desde la ciudad de Betanzos. De hecho son muchas las visitas que recibe.
El Monasterio de Santa María de Monfero pertenece a la Orden del Císter y parece ser que fue construido sobre algún oratorio o pequeña iglesia del siglo X.
Este monumento del pasado glorioso románico y barroco, fue fundado en 1134 por la noble familia de Alfonso Bermúdez y su sobrino Pedro Osorio, con la colaboración del rey Alfonso VII que incluso colocó personalmente la primera piedra. Sus ruinas nos muestran claramente la grandeza que este Monasterio tuvo en otro tiempo, pero todo tiene su fin. Monfero no tuvo suerte. Destinado unos años atrás a ser convertido en balneario, con una inversión de 15 millones de euros, finalmente no se llevó a la práctica.
Inicialmente fue encomendado a los frailes benedictinos de Santa María de Valverde, pero en 1147 pasó a la Orden del Císter. El monasterio se levantó entre las capillas de San Marcos y de la Virgen de Cela, ambas de gran devoción en la comarca. El monasterio se consolida rápidamente por los privilegios reales y las donaciones particulares recibidas. Ya llegados al siglo XIII su enriquecimiento es imparable, debido a las rentas de las tierras adquiridas y al cultivo de las granjas anexas al monasterio, expansión no siempre aceptada por los señores cuyas propiedades son lindantes con las tierras monásticas. En algunos casos las disputas hubieron de ser dirimidas por el poder real. Su máximo esplendor llegó entre los siglos XVI y XVII, cuando los sucesivos abades acometen importantes obras que renuevan el monasterio y la propia iglesia, pasando al estilo barroco.
Durante el siglo XVIII y hasta entrado el XIX los lugareños se niegan a pagar las rentas a los abades y organizan protestas en las que se resalta la riqueza del clero y el hambre del campesinado. Se produce entonces la invasión francesa, cuya presencia favorece que la comunidad religiosa tenga que paralizar muchas de sus previsiones. El final de este monasterio, como Abadía Cisterciense, llega en 1920. La Extinción de Monacales, que exclaustra a todos los monjes del reino y que, aunque intentan volver tres años después, ya se encuentran con un monasterio inhabitable, desmantelado por la rapiña del campesinado. En 1835 se produce la definitiva exclaustración de Santa María de Monfero y en 1854 el Cardenal Arzobispo de Santiago de Compostela distribuye por las parroquias próximas los retablos mejor conservados.
Hay varios intentos de recuperación del monasterio a finales del siglo XIX, pero todos resultaron infructuosos. Con la llegada de la II República de 1931 es declarado monumento histórico-artístico. En la década de 1950 fracasa un intento de trasladar la fachada a la nueva iglesia de San Pedro de Mezonzo, por lo que unos años después se llevan a cabo diferentes trabajos de restauración del conjunto. Viendo el deterioro imparable, en 2003 el arzobispado lo cede a la Junta de Galicia que de inmediato convoca un concurso de ideas que permitan la rehabilitación del edificio y su conversión en hotel-spa de lujo. Una vez más Monfero no tiene suerte pues, ya con todo prácticamente adjudicado, llegó la crisis económica y todo quedó paralizado.
Poco queda de sus tiempos primigenios. Conserva un muro románico del siglo XII sobre el que carga una parte de la bóveda del claustro reglar. El interior de la Iglesia, perfectamente conservada, guarda grandes detalles de su pasado esplendor, entre ellos las tumbas de los señores de Andrade, dueños y señores de estas tierras en aquellos tiempos gloriosos. La portería, a la derecha de la fachada, lleva al claustro de la hospedería del que solo quedan cuatro columnas. En el centro se encuentra la fuente. Junto a la cocina el Refectorio, cubierto con bóveda de cañón. En su lado poniente la Sala Capitular, que comunica con la iglesia por medio de una antesala. Los escasos restos del claustro oriental ya se encuentran cubiertos por la vegetación. Todavía a día de hoy, cada primer domingo de Julio, se celebra una romería y misa en honor a la Virgen en el entorno del monasterio.
RAFAEL FABREGAT
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