

Una frase española curiosa dice que: 'No hay rico sin olivos ni pobre que no los tenga'. En cuanto a las leyendas, son muchas y variopintas, pero una de las más importantes es la que se refiere a la fundación de Atenas, que en ese momento representaba el núcleo de población más grande e importante del mundo. Se dice que en esos tiempos, en los que las divinidades griegas dominaban todo el universo conocido, Poseidón y Atenea discutían sobre el privilegio de dotar con su nombre a la ciudad. La Asamblea Magna encargó a Cecrops, rey legendario de la ciudad, que pusiera el nombre de la Divinidad que presentara aquello que más hubiera hecho por la Humanidad.
Poseidón golpeó la roca con su tridente y de ella salió un caballo que representaba la inteligencia, el valor y la fuerza para transportar al hombre sin fatigarse.
Por su parte Atenea clavó su lanza en la tierra y de ella salió un olivo, árbol que vive más de mil años y cuyos frutos y aceite son de múltiples aplicaciones para la humanidad.
Puesto a votación, el pueblo griego eligió al olivo como elemento más útil para las civilizaciones y desde ese momento Atenas debe su nombre a la diosa Atenea. Más tarde los romanos, que también adoptaron como propios a los Dioses griegos, hicieron de Minerva (nombre de Atenea para los romanos) la diosa de la agricultura, de las artes y de la industria.

La leyenda cristiana cuenta que, estando Adán a punto de enterrar a uno de sus hijos, se le apareció un ángel y le dijo que pusiera en sus labios una semilla de olivo. De la tumba nació un olivo, que significa la inmortalidad ya que, cuando está muy viejo, este árbol hace brotar vástagos que le sucedan, pero siempre de la misma raíz. La Iglesia Católica adoptó el aceite de oliva como luz divina en el Sagrario y como espíritu divino a través del óleo sagrado con el que se dan los sacramentos del Bautismo y la Extremaunción. Un aceite que ya luce por sí mismo aunque no lo toque el fuego. El cultivo del olivo se conoce desde hace 6.000 años y al parecer comenzó en Asia Menor, concretamente en Asiria y Babilonia. Su antecesor común fue el acebuche u oleastro, arbusto del que salió el primer aceite.
Sus primeros usos fueron como ungüento, base de la farmacopea inicial. De hecho a los primeros médicos se les llamó "asu", cuyo significado es "conocedor de aceites". Los primeros cultivos de olivos a gran escala se llevaron a cabo en Palestina, Egipto y Creta. Cretenses y filisteos se especializaron en la producción de aceite de oliva, que intercambiaban con otros productos de los países vecinos. La arqueología ha puesto al descubierto numerosas prensas rudimentarias de aceite en Guezar y Getsemaní (Palestina) y también en Israel. En tumbas egipcias de 3.500 años de antigüedad, existen representaciones de esclavos procediendo a la molienda de aceitunas y a la preparación de ungüentos. Desde Creta, la cultura del olivo se extendió a Roma y todos los países mediterráneos.

RAFAEL FABREGAT
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