12 de febrero de 2017

2350- UN PRODIGIO LLAMADO OLIVO.

Quizás a más de uno le haya extrañado el título, pero no hay razón para ello. El árbol del olivo es sin duda todo un prodigio de la naturaleza del que, afortunadamente, los españoles somos primeros productores mundiales. No hay grasa natural tan sana y sabrosa como la que este árbol produce. El olivo no solo produce un fruto comestible, que debidamente aliñado es perfectamente válido para tomar un aperitivo o acompañar una ensalada sino que, prensado directamente en el momento de su recolección, produce el mejor de los aceites vegetales, ya no solo como alimento, sino también como cosmético, bálsamo, medicina, condimento y hasta como combustible. Desde la antigüedad, una rama de olivo es indicativo de victoria, de final del Diluvio Universal y símbolo de la paz. 

El olivo es un árbol milenario del que se extraen numerosos beneficios y leyendas, hasta el punto de ser representativo de la inmortalidad. 
Una frase española curiosa dice que: 'No hay rico sin olivos ni pobre que no los tenga'. En cuanto a las leyendas, son muchas y variopintas, pero una de las más importantes es la que se refiere a la fundación de Atenas, que en ese momento representaba el núcleo de población más grande e importante del mundo. Se dice que en esos tiempos, en los que las divinidades griegas dominaban todo el universo conocido, Poseidón y Atenea discutían sobre el privilegio de dotar con su nombre a la ciudad. La Asamblea Magna encargó a Cecrops, rey legendario de la ciudad, que pusiera el nombre de la Divinidad que presentara aquello que más hubiera hecho por la Humanidad.

Poseidón golpeó la roca con su tridente y de ella salió un caballo que representaba la inteligencia, el valor y la fuerza para transportar al hombre sin fatigarse. 
Por su parte Atenea clavó su lanza en la tierra y de ella salió un olivo, árbol que vive más de mil años y cuyos frutos y aceite son de múltiples aplicaciones para la humanidad. 
Puesto a votación, el pueblo griego eligió al olivo como elemento más útil para las civilizaciones y desde ese momento Atenas debe su nombre a la diosa Atenea. Más tarde los romanos, que también adoptaron como propios a los Dioses griegos, hicieron de Minerva (nombre de Atenea para los romanos) la diosa de la agricultura, de las artes y de la industria. 

En algunas regiones italianas, existe la costumbre de poner una rama de olivo cuando se hace el primer arado anual de la tierra, como forma de invocar la buena cosecha. 
La leyenda cristiana cuenta que, estando Adán a punto de enterrar a uno de sus hijos, se le apareció un ángel y le dijo que pusiera en sus labios una semilla de olivo. De la tumba nació un olivo, que significa la inmortalidad ya que, cuando está muy viejo, este árbol hace brotar vástagos que le sucedan, pero siempre de la misma raíz.  La Iglesia Católica adoptó el aceite de oliva como luz divina en el Sagrario y como espíritu divino a través del óleo sagrado con el que se dan los sacramentos del Bautismo y la Extremaunción. Un aceite que ya luce por sí mismo aunque no lo toque el fuego. El cultivo del olivo se conoce desde hace 6.000 años y al parecer comenzó en Asia Menor, concretamente en Asiria y Babilonia. Su antecesor común fue el acebuche u oleastro, arbusto del que salió el primer aceite.

Sus primeros usos fueron como ungüento, base de la farmacopea inicial. De hecho a los primeros médicos se les llamó "asu", cuyo significado es "conocedor de aceites". Los primeros cultivos de olivos a gran escala se llevaron a cabo en Palestina, Egipto y Creta. Cretenses y filisteos se especializaron en la producción de aceite de oliva, que intercambiaban con otros productos de los países vecinos. La arqueología ha puesto al descubierto numerosas prensas rudimentarias de aceite en Guezar y Getsemaní (Palestina) y también en Israel. En tumbas egipcias de 3.500 años de antigüedad, existen representaciones de esclavos procediendo a la molienda de aceitunas y a la preparación de ungüentos. Desde Creta, la cultura del olivo se extendió a Roma y todos los países mediterráneos.

En Grecia hay numerosas representaciones de la leyenda de Poseidón y Atenea, tema que decoraba una de las fachadas del Partenón y cuyos restos más importantes están (como no) en el British Museum de Londres. A los vencedores de los Juegos Olímpicos se les coronaba con ramas de olivo. Los propios atletas se untaban con él antes de las competiciones. En la metrópoli romana y en todos los territorios ocupados por el Imperio, se han encontrado numerosos vestigios de la importancia del aceite de oliva para aquella gran civilización. Ánforas, cráteras y envases diversos nos hablan del árbol del olivo y de su aceite milagroso. También en todo el norte africano y especialmente en Cartago, se fomentó su cultivo. Para finalizar cabe recordar que Mesías (Mashiah), nombre que se le daba a Jesucristo, significa "el que ha sido ungido con aceite".

RAFAEL FABREGAT

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