14 de abril de 2016

2067- EL CHARCUTERO.

Stalin era un paranoico que solo creía en los informes de Inteligencia cuando trataban de asuntos contra su persona. No lo digo yo, lo dice la Historia. La occidental y la oriental, la de derechas y la de izquierdas.  Su demencia era tal que llegó a enviar paracaidistas disfrazados de alemanes sobres pueblos rusos para probar la lealtad de sus gentes. Quería comprobar como reaccionarían en el caso de que los alemanes llegasen hasta allí. A los que les prestaron ayuda los fusiló. Stalin era simplemente diabólico, tanto que al final de la guerra la mitad de los agentes secretos que trabajaron para Rusia en el extranjero fueron fusilados o enviados a Siberia. Sirva de ejemplo este breve resumen de las batallas de Rzhev, una "simple estratagema de distracción" organizada por StalinDe todos es conocida la importancia de los Servicios Secretos en el resultado final de una guerra, pero todo depende del caso y uso que hagan los líderes que reciben esas informaciones.

Durante la II Guerra Mundial y concretamente en la llamada "Operación Marte", Stalín obligó a 77.000 rusos a sacrificarse, al solo objeto de distraer la atención de los alemanes que tenían cercada la ciudad de San Petersburgo, entonces Stalingrado. Su objetivo era que el ejército rojo pudiese romper el cerco y que, haciendo un movimiento de pinza, pudiera rodear a los alemanes por la retaguardia. Con la colaboración de un doble agente, Stalin ofreció a los germanos información de la maniobra, a fin de que mandaran unidades al lugar aflojando su presión sobre la ciudad. El resto del mundo cambió el nombre de "Operación Marte" y la llamó "La picadora de carne de Rzhev". La explicación es que los alemanes tuvieron 40.000 bajas entre muertos y heridos, pero las cifras soviéticas fueron de 77.000 muertos y 135.000 heridos.

Aquel día de Enero de 1942 Stalin ordenó expulsar a los alemanes de Rzhev a cualquier precio. La Orden nº 170007 firmada de su puño y letra rezaba: "...En el transcurso del día 11 de Enero, a lo sumo el 12, tomar Rzhev. Se recomienda, si es necesario, derribar la ciudad sin pensar en las consecuencias de una destrucción masiva". Casi dos millones de rusos tomaron parte en la ofensiva. Se necesitaron 14 meses de duras batallas para hacer lo que Stalin pensó que costaría un día. Catorce meses en los que los soldados, extenuados por la contraofensiva invernal, avanzaban automáticamente viendo como sus camaradas y hasta los mismos muertos eran destrozados por la metralla. Las balas rompían las filas de soldados que apenas podían avanzar unos metros, para después retroceder nuevamente. 

El ruido infernal de la guerra ahogaba los gritos desesperados de los heridos que cubrían el campo de batalla, mientras los sanitarios arriesgaban su vida para poner a cubierto a los maltrechos soldados, en los hoyos cavados por las propias bombas. Caras pálidas y labios apretados en medio del continuo silbido de los proyectiles, mientras sus ropas se empapaban de su propia sangre. Miles de soldados perdieron la vida en aquellos parajes por las ocurrencias de StalinLos muertos ocupaban una larga fila de tres pisos de altura. No había tiempo de enterrarlos. Ante la imposibilidad de cavar trincheras por la dureza de la tierra helada, a las filas de muertos les echaban agua para que se helara y formara una compacta barrera tras la que se resguardaban los supervivientes. 

Finalmente, por razones sanitarias, alguien propuso incinerarles. No se hizo registro alguno de los fallecidos. Allí quedaron en el anonimato, como tantos y tantos otros. Hasta la cuarta ofensiva los rusos no movieron un solo metro al ejército alemán. La noche del día 2 de Marzo de 1943 los alemanes abandonaron Rzhev y a la mañana siguiente las tropas rusas entraron en una ciudad totalmente en ruinas. De sus 20.000 personas quedaban en vida 150 y de sus 5400 edificios menos de 300 estaban en pie. Durante los primeros años, tras la Gran Guerra, las extravagancias de Stalin se negaron, pero años después los propios historiadores rusos contaron la verdad. En principio nadie les creía pues consideraban imposible que Stalin pudiera permitir una masacre de semejante calibre pero, examinadas las evidencias, ya todos coinciden en que la masacre fue real. 

Los expertos en temas bélicos también se han puesto de acuerdo en que esta historia fue verdadera. 
En los archivos de Fridurgo (Alemania) se confirma que los alemanes recibieron información sobre la "Operación Marte" a fin de que obraran en consecuencia y desplazaran a sus tropas. 
Los aliados recibieron el mensaje, pero eran incapaces de comprender que el despotismo de Stalin pudiera llegar tan lejos. Conseguir su objetivo solo era posible sacrificando la vida de miles de hombres, pero lo que parecía imposible fue real. Quedó demostrado que Stalin era muy astuto, pero nada racional. La vida de los demás le importaba poco, ni aún cuando fuera la de sus propios hombres y así ha quedado escrito en la Historia, por mucho que algunos digan lo contrario.

RAFAEL FABREGAT

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