25 de abril de 2016

2077- EL GIBRALTAR GRIEGO.

Se llama así a la localidad peninsular y amurallada de Monemvasía (Grecia). La antigua ciudad fortificada está situada sobre un rocoso peñón de 350 metros de altura y solo por el estrecho istmo es posible el acceso. Casas y tejados desiguales, colgados en terrazas de difícil acceso.

En este tipo de antiguas ciudades, todas sus casas presentan fachadas de piedra y se ubican en calles estrechas y empinadas, algunas de ellas incluso escalonadas. Los escasos puntos no resguardados por el acantilado, lo están por medio de antiguas murallas venecianas. El hecho de compararse con el Peñón de Gibraltar español (robado por los ingleses en 1713) es bien claro a la vista de la foto que encabeza este post, pues son dos imágenes casi idénticas. Un gran peñón en medio del mar y solo separado de tierra por un estrecho istmo que en el caso de Gibraltar ya no es tan estrecho debido a los posteriores atracos ingleses de terreno. La diferencia a favor de Monemvasía es que ésta tiene su propia identidad, parapetada como está dentro de las murallas del Castillo que la rodea sobre esa pétrea fortaleza natural. Por increíble que nos parezca Monemvasía llegó a albergar a 50.000 habitantes, debido a su posición comercial estratégica en las rutas marítimas del Egeo entre Italia y el mar Negro y que perdió su interés comercial a partir de 1893, al abrirse el Canal de Corinto.

Curiosamente (hasta ahí llega la desvergüenza de los mandatarios ingleses) el nombre de Gibraltar Griego a la ciudad medieval de Monemvasía se lo dieron los británicos, por su gran similitud con las llamadas "columnas de Hércules" cruzadas por Coleo de Samos en el siglo VII a.C. según el antiguo historiador Heródoto y actualmente colonia británica convertida en Paraíso Fiscal para vergüenza de todos los que formamos parte de la Unión Europea. Las cosas son, según el color de quien las hace. De ahí el famoso refrán que dice que tanto tienes, tanto vales... En fin, dejemos este tema escabroso pues nada tenemos que adelantar. Monemvasía, el Gibraltar Griego, nada tiene pues que ver con el Gibraltar Español, hoy británico por atraco angloholandés y que forzosamente hubo de ser cedido por España mediante el Tratado de Utrech de 1713.

Pocos habitantes le quedan ya a Monemvasía (creo que seis) pero, gracias al interés turístico que despiertan los estrechos callejones del pequeño pueblo, sí hay un exceso de tiendas de artesanales 'souvenirs' a la entrada del recinto amurallado que poco a poco van desapareciendo a medida que uno va penetrando en el interior. Siguen a continuación las sinuosas calles empedradas con restauradas casas de piedra que algunos afortunados atenienses han conseguido adquirir y de vez en cuando alguna taberna que hace las delicias de vecinos y visitantes, amén de alguna iglesia bizantina. Arriba el Castillo domina desde las alturas la costa y el azul Mediterráneo. En la plaza de Monemvasía se muestran los cañones que siglos atrás protegieron este pueblo medieval.

Romanos primero y venecianos después, comercializaron por el Mediterráneo el dulce vino de la zona, llamado 'malvasía', una deformación del nombre de la población. Aunque con gran vocación insular, hasta el año 375 Monemvasía estuvo unida a la costa por una amplia franja de tierra. Ese mismo año uno de los habituales terremotos que se sucedían en el Peloponeso, la separó totalmente de tierra firme pero posteriormente la construcción de un importante camino procedente del interior peninsular hizo que se uniera nuevamente a tierra firme mediante el llamado 'Puente de Gefyra'. Como no podía ser de otra manera, la historia de este castillo está plagado de incursiones, asedios y piratería, del mismo modo que el pueblo medieval muestra su tradición bizantina y fe ortodoxa.

Dentro del recinto amurallado solo queda un edificio en pie: la Iglesia de Santa Sofía, un grandioso santuario bizantino que desde lo alto y abocado al acantilado, mira orgulloso el paso del tiempo desde las impresionantes y vertiginosas vistas al mar Mediterráneo. Estando en un punto de máxima desolación, no es sin embargo la iglesia que más visitas recibe. Mucho más abajo, en la agradable plaza principal de la localidad de Monemvasía, la iglesia de San Pablo, del año 956 y la catedral del Cristo Encadenado, del siglo XIII, son los edificios religiosos más visitados. No es de extrañar, junto a ellos numerosas tabernas y restaurantes típicos hacen las delicias del visitante que une Historia y Paisajes, con la amabilidad y las delicias de la comida griega.

RAFAEL FABREGAT

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