24 de junio de 2015

1801- MONTFALCÓ MURALLAT.

No amigos. Lo que veis en la foto no es un castillo y menos aún un monasterio o santuario. Se trata de una aldea. Sí, sí, una aldea de 15 casas, con su correspondiente iglesia y hasta un hotel, perteneciente al pueblo de Les Oluges (Lérida) España. Es sin duda una de las villas medievales amuralladas mejor conservada de Europa. Conserva en perfecto estado la muralla exterior de piedra y las casas interiores 
adosadas, así como una única 
entrada de acceso para mayor protección de sus habitantes.

El acceso es una doble puerta de arcos adovelados que desemboca en una plaza central donde una cisterna recoge el agua de lluvia de toda la población. De la plaza parten dos calles en dirección opuesta, una de las cuales conduce directamente a la iglesia mientras que la otra da la vuelta en círculo a toda la población. Los orígenes de Montfalcó Murallat se remontan al siglo XI, durante el reinado de Bernat I, conde de Berga. Fue entonces cuando se repobló la comarca, tras su conquista a los árabes. Posiblemente ya hubiera en ese momento y en ese lugar alguna fortificación islámica, aunque no hay restos ni constancia de ello.

El lugar consta en un escrito del año 1043 como castillo feudal de Monte Falconi (Montfalcó), momento en el que se supone que la fortaleza y villa amurallada ya debían ser un mismo conjunto. En aquella primera etapa constructiva el núcleo ya contaba con una torre circular al este del recinto que posteriormente dio cobijo a la iglesia románica primitiva, así como una torre cuadrada que forma parte del edificio central de la plaza. En otra etapa posterior se incorporó otra torre cuadrada junto al portal de entrada, lo que dotaba al acceso de una doble entrada en ángulo recto, mucho más difícil de penetrar. También una segunda muralla en la parte sur, más débil ante un posible ataque de los árabes que dominaban las proximidades.

En 1301, siendo el castillo-aldea propiedad de Ramón Folc VI, fue asediado durante cinco semanas por las tropas del rey Jaime II de Aragón, debido a cuestiones económicas con la oligarquía feudal. Durante la guerra civil (1462-1472) entre el rey Juan II y la Generalitat de Cataluña, Montflacó destacó por lo inexpugnable de su murallas. Lo mismo en la guerra de los Segadores (1640-1659) cuando fuerzas catalanas y francesas se retiraban la batalla de Cervera. A lo largo del siglo XVII a la primitiva iglesia románica se le sumaron las capillas laterales, el coro y el campanario, todo ello junto a las paredes de la muralla. Solo el ábside y la puerta de entrada, quedan de aquella primitiva iglesia románica.

Naturalmente en lugar tan pintoresco no podía faltar una leyenda. Ésta cuenta que en las turbulencias de la Edad Media entre reyes y nobles feudales, tras una cruenta batalla el bando perdedor se batió en retirada y se refugiaron en Montfalcó con tan encarnizada defensa tras sus murallas que el bando ganador no puso poner pie dentro de las mismas. Ante las continuas bajas de los atacantes, decidieron poner cerco hasta que el hambre y la sed les rindieran pero tampoco esto dio resultado. Probaron entonces la táctica de que lucharan entre sí, lanzándoles a los supuestos hambrientos tiernos panes mediante catapultas y en ellos mensajes conminándoles a rebelarse contra sus jefes. 

La respuesta no se hizo esperar y las catapultas de los sitiados devolvieron hacia los atacantes mensajes desafiantes atados a pescados frescos. A la vista de ello los desanimados fueron los sitiadores que inmediatamente levantaron el cerco. La leyenda, jamás confirmada, cuenta que desde Montfalcó al pueblo de Les Oluges hay un túnel o mina por el que los sitiados se aprovisionaban de cuanto necesitaban.

RAFAEL FABREGAT

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