Entramado urbano de Medina Azahara. |
En el año 750 la dinastía Omeya que gobernaba el Califato de Damasco fue derrocada por los Abasíes. El superviviente de la matanza (Abderramán I) huyó a las tierras de Al-Ándalus y el año 756 proclamó allí el nuevo Emirato de Córdoba, independiente de Bagdad. Sin embargo ni éste ni sus sucesores se proclaman Califas de Córdoba hasta el momento en que Abderramán III, proclamado emir en 912 se auto-proclama Califa de Córdoba en el 929. Abderramán III vivió 70 años, una larga vida para aquellos tiempos, de los cuales 50 fue rey.
Mezquita de Córdoba. |
Tanto fue así que la abadesa y escritora alemana del siglo X, Hroswita de Gandersheim, le dio el apelativo de "Perla del mundo".
En cuanto a la ciudad de Córdoba, capital del califato, con una población superior a los 200.000 habitantes quedó convertida no solo en la más poblada de todo el continente europeo, sino también en la más avanzada.
Su conversión en califato le daba el estatus político y religioso de igualdad con Damasco y Constantinopla, en clara competencia con el califato Abasí.
Siguiendo la costumbre de los califatos orientales y como prueba de superioridad sobre sus enemigos africanos, Abderramán III fundó una nueva ciudad a la que puso el nombre de su esposa más querida, la favorita al-Zahrâ (Azahara).
Sin embargo derrotado en la Batalla de Simancas
(Valladolid) por Ramiro II de León en el año 939,
Sin embargo derrotado en la Batalla de Simancas
(Valladolid) por Ramiro II de León en el año 939,
Abderramán III fue ya incapaz de reducir a los reinos cristianos del norte peninsular.
A su muerte en 961 legó a su hijo el estado más poderoso del occidente europeo que, sin embargo, se derrumbaría en menos de medio siglo.
Pero sigamos un poco más con la historia de Medina Azahara...
Su construcción se inició el año 936 y los trabajos no finalizaron hasta cuarenta años después ya reinando su hijo y sucesor al-Hakam II.
Su construcción se inició el año 936 y los trabajos no finalizaron hasta cuarenta años después ya reinando su hijo y sucesor al-Hakam II.
El año 941 finalizó la construcción de la Mezquita Aljama y el 945 se trasladó la corte a la nueva ciudad que superaba en esplendor a Samarra.
En el salón oriental cubierto de grandes alfombras recibía Abderramán III a los embajadores de Germania y a los reyes cristianos de Hispania, cuyos tronos había arrebatado. El acceso hasta esta sala discurría entre largas filas de soldados de brillantes armas y ricamente uniformados que impresionaban a los visitantes. Como divinidad inaccesible el Sultán esperaba allá, en el fondo, entre mullidos almohadones y rodeado de los más altos dignatarios de la corte. Todos los visitantes se postraban en tierra, al tiempo que el soberano, condescendiente, les daba a besar su mano. A pesar de alcanzar 70 años de edad y tanta gloria, haciendo una reflexión de su vida, escribió Abderramán: ..."He contado mis días felices y suman catorce... No cifréis por tanto vuestras esperanzas en las cosas de este mundo".
Abderramán III tenía 11 hijos varones y 16 hembras, pero tuvo clara su sucesión en la figura de su primogénito Alhakén II nacido en 915 y al que nombró heredero con tan solo cuatro años de edad y quien le representaba cada vez que salía de campaña. Como medida de protección y hasta los 40 años vivió encerrado en el Alcázar alejado incluso del trato con mujeres. A pesar de tan dura protección, el año 950 sufrió el intento de usurpación del trono por parte de su hermano Abd Allha que fue detenido y decapitado en presencia de su padre, junto a los conspiradores. Con tan severa preparación el joven Alhakén II se había convertido en un hombre sabio, de noble espíritu y muy piadoso que tenía escasos apetitos amatorios.
Abderramán III murió el año 961 allí mismo, en Medina Azahara, a los 70 años de edad.
En el salón oriental cubierto de grandes alfombras recibía Abderramán III a los embajadores de Germania y a los reyes cristianos de Hispania, cuyos tronos había arrebatado. El acceso hasta esta sala discurría entre largas filas de soldados de brillantes armas y ricamente uniformados que impresionaban a los visitantes. Como divinidad inaccesible el Sultán esperaba allá, en el fondo, entre mullidos almohadones y rodeado de los más altos dignatarios de la corte. Todos los visitantes se postraban en tierra, al tiempo que el soberano, condescendiente, les daba a besar su mano. A pesar de alcanzar 70 años de edad y tanta gloria, haciendo una reflexión de su vida, escribió Abderramán: ..."He contado mis días felices y suman catorce... No cifréis por tanto vuestras esperanzas en las cosas de este mundo".
Abderramán III tenía 11 hijos varones y 16 hembras, pero tuvo clara su sucesión en la figura de su primogénito Alhakén II nacido en 915 y al que nombró heredero con tan solo cuatro años de edad y quien le representaba cada vez que salía de campaña. Como medida de protección y hasta los 40 años vivió encerrado en el Alcázar alejado incluso del trato con mujeres. A pesar de tan dura protección, el año 950 sufrió el intento de usurpación del trono por parte de su hermano Abd Allha que fue detenido y decapitado en presencia de su padre, junto a los conspiradores. Con tan severa preparación el joven Alhakén II se había convertido en un hombre sabio, de noble espíritu y muy piadoso que tenía escasos apetitos amatorios.
Casa Real de Abderramán III. |
Su heredero Alhakén II, ya próximo a cumplir los 48 años, había desposado con una tal Radhia pero no tuvo hijos.
La castidad a la que su padre le había obligado durante toda su vida con las mujeres, había derivado en la búsqueda de placer con los efevos y ni esposa ni concubinas llamaban su atención.
Al morir su padre se hacía necesaria la procreación y aquel hijo llegó con una esclava concubina de origen vasco (Subh) a quien Alhakén le puso nombre masculino (Chafar) para mentalizarse.
Para gozo de Alhakén que dudaba conseguirlo, nació Hisham II que sería simple marioneta en manos de Al-Mansur (Almanzor) tesorero del Califa y administrador del califato tras la pronta muerte de Alhakén II en 976 cuando su heredero solo contaba 11 años de edad.
Almanzor dominaría el califato hasta su muerte en 1002 (Medinaceli) habiendo nombrado heredero a su hijo Abd-al-Malik-al-Muzaffar, lo que provocó una guerra civil entre éste y los defensores de Hisham II. El auténtico Califa fue encarcelado en Córdoba hasta 1010 cuando fue repuesto en un trono que no llegó a disfrutar por la guerra civil que azotó el Califato de Córdoba durante más de dos décadas (1009-1031) y que derivaría en la destrucción total de Medina Azahara, el saqueo definitivo de Córdoba, la abolición del califato y una fragmentación de la que nacerían los diferentes reinos Taifas.
Medina Azahara quedaba olvidada, semienterrada por sus propios escombros y así estuvo durante siglos. Tantos que los propios cordobeses la denominaron "Córdoba la Vieja", pensando que se trataba de la primitiva Córdoba romana, erigida por el pretor Claudio Marcelo. No fue hasta el siglo XVII cuando, viendo la gran cantidad de restos romanos que aparecían en Córdoba capital, se evidenció que los de Córdoba la Vieja no eran romanos sino las ruinas del castillo moro de Abderramán III.
A pesar de tales opiniones habría que esperar al siglo XX (1911) cuando, a instancias del rey Alfonso XIII, se llevaran a cabo los primeros trabajos oficiales de excavación y se despejaran las dudas.
Tras más de un siglo de árduo trabajo de restauración, las ruinas lucen en todo su esplendor. Un espléndido museo, en las inmediaciones del recinto arqueológico, recibe al visitante y lo traslada a la época del primer Califa de Córdoba, algo que nadie debería perderse...
RAFAEL FABREGAT
Almanzor dominaría el califato hasta su muerte en 1002 (Medinaceli) habiendo nombrado heredero a su hijo Abd-al-Malik-al-Muzaffar, lo que provocó una guerra civil entre éste y los defensores de Hisham II. El auténtico Califa fue encarcelado en Córdoba hasta 1010 cuando fue repuesto en un trono que no llegó a disfrutar por la guerra civil que azotó el Califato de Córdoba durante más de dos décadas (1009-1031) y que derivaría en la destrucción total de Medina Azahara, el saqueo definitivo de Córdoba, la abolición del califato y una fragmentación de la que nacerían los diferentes reinos Taifas.
Medina Azahara quedaba olvidada, semienterrada por sus propios escombros y así estuvo durante siglos. Tantos que los propios cordobeses la denominaron "Córdoba la Vieja", pensando que se trataba de la primitiva Córdoba romana, erigida por el pretor Claudio Marcelo. No fue hasta el siglo XVII cuando, viendo la gran cantidad de restos romanos que aparecían en Córdoba capital, se evidenció que los de Córdoba la Vieja no eran romanos sino las ruinas del castillo moro de Abderramán III.
A pesar de tales opiniones habría que esperar al siglo XX (1911) cuando, a instancias del rey Alfonso XIII, se llevaran a cabo los primeros trabajos oficiales de excavación y se despejaran las dudas.
Tras más de un siglo de árduo trabajo de restauración, las ruinas lucen en todo su esplendor. Un espléndido museo, en las inmediaciones del recinto arqueológico, recibe al visitante y lo traslada a la época del primer Califa de Córdoba, algo que nadie debería perderse...
RAFAEL FABREGAT
No hay comentarios:
Publicar un comentario