Pueblo minero de Centralia en 1906 |
Avda. Locust en 1983 y 2001. Fotos de David Dekok. |
Aquel incidente alarmó a la población. El fuego subterráneo seguía quemando y cualquier cosa podía suceder. Efectivamente no fue el único incidente. En 1981 un muchacho de 12 años (Todd Domboski) cayó a un pozo de varios metros de profundidad que se abrió bajo sus pies. Afortunadamente el joven fue rescatado sin mayor problema. No había fuego porque el carbón que contendría en su momento ya se había consumido, pero aquello alertó del peligro real de una población asentada sobre una gran mina de carbón en combustión desde más de 20 años atrás. En 1984 el Congreso de los Estados Unidos asignó una partida de 40 millones de dólares como indemnización a los habitantes de Centralia a fin de que abandonaran el pueblo y se establecieran en otras localidades próximas. Efectivamente el pueblo fue prácticamente abandonado y la carretera estatal 61 cerrada al tráfico. Solo unas pocas familias, fuertemente enraizadas al lugar optaron por quedarse a pesar del peligro existente.
Para evitar desgracias irreparables, en 1992 el Estado de Pensilvania expropió todas las casas y demás inmuebles del municipio. Sus propietarios iniciaron una ardua batalla legal contra el Gobierno de los Estados Unidos que no sirvió de nada, puesto que la práctica totalidad habían cobrado unas subvenciones que permitían la expropiación. Hasta incluso el servicio postal estadounidense eliminó en 2002 el código de área. Centralia quedaba muerta y (casi) enterrada por la vegetación. Apenas un puñado de casas quedaron en pie. Con los años sus calles y aceras se llenaron de arbustos que en la actualidad ya son árboles de buen porte. A pesar del evidente peligro, en memoria de la corta historia de Centralia, cada sábado por la tarde se celebra una misa en la única iglesia que quedó en pie. Irónicamente los cuatro cementerios de la ciudad están en perfecto estado. En la actualidad las minas de carbón, a 1600 metros de profundidad, siguen ardiendo. Con una veta de 13 Km., los expertos creen que hay combustible suficiente para 250 años. Esta es la historia de un gran pueblo en el que actualmente viven 10 vecinos.
RAFAEL FABREGAT
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