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Lámpara central de la capilla-osario de Sedlec. |
Sedlec, en la República Checa, es una singularidad que roza lo macabro y por tanto prueba del mal gusto de quien lo llevó a cabo y más aún de quién lo permitió. Sin embargo esa conjunción es la que ha hecho famosa a esta capilla de culto burlesco a la muerte y a los restos de quienes fueron portadores de unos huesos que alguien solo vio como material idóneo para la decoración de un lugar que debía ser de descanso, pero que más bien fue una burla al nefasto destino que a todos nos aguarda. Espero y deseo (puesto que no lo sé) que los huesos de sus autores estén también presentes en tan esperpéntico lugar y que (como castigo) no ocupen lugar destacado, sino que formen parte del montón más común y retirado del osario, cosa que dudo puesto que hizo ricos a los antiguos moradores del monasterio y la ciudad.
La historia nos cuenta que un tal Henry, abad del monasterio cisterciense de Sedlec, fue enviado a Tierra Santa en 1278 bajo los auspicios del duque Ottokar II de Bohemia, un rey educado dentro de los roles de la administración eclesiástica, pero con mayor gusto por la caza y la bebida que por la política. Sin embargo, por circunstancias del destino, fue duque de Austria y finalmente rey de Bohemia. A su regreso de los Santos Lugares, el abad trajo consigo una pequeña cantidad de tierra del Monte de la Pasión y las esparció por el pequeño cementerio anexo al monasterio. Este acto piadoso del monje hizo famoso el lugar y fueron muchas las familias europeas que quisieron ser enterradas en tierra tan próxima a la pasión de Jesucristo. Poco sabían ellos que acabarían formando parte de la decoración de un lugar macabro y burlesco, como hay pocos.
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Cementerio y capilla-osario de Sedlec. |
La peste negra de mediados del siglo XIV llevó numerosos cuerpos al pequeño cementerio que hubo de ser ampliado considerablemente. Los sustanciosos ingresos que permitían enterramiento en lugar tan exclusivo, hicieron que unos años antes, en el centro de aquel cementerio, ya considerable, se construyera una iglesia gótica que atendiera los muchos funerales solicitados al margen del monasterio. Ante la considerable avalancha de solicitudes de enterramiento la iglesia se construyó sobre una inmensa bóveda, bajo la cual se habilitó un capilla-osario que recogiera, no solo la enorme masa de huesos desenterrados durante la construcción, sino también para hacer sitio para los nuevos enterramientos que seguían solicitándose.
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Monasterio cisterciense de Sedlec. |
A principios del siglo XVIII la pared de la fachada de la capilla cedió y hubo de construirse otra exterior para impedir su derrumbe, motivo por el cual se modificó la entrada y en la actualidad extraña ver un templo gótico con fachada de estilo checo-barroco. En 1870 fueron contratados los servicios del carpintero local Frantisec Rint para que ordenara la descomunal pila de huesos que albergaba la capilla subterránea. Al buen hombre no se le ocurrió otra cosa que hacer con ellos una especie de decoración artística del lugar que, por lo que se ve, sería del agrado de quien corrió con los gastos. A la vista está de que tal locura se mantuvo en el tiempo y es justamente, tal monstruosidad, la que ha dado mayor fama al lugar.
Desde luego las imágenes hablan por sí solas. Lámparas macabras, guirnaldas de cráneos que cubren la bóveda de la nave y hasta escudos y ornamentos del altar están elaborados con todo tipo de huesos de los miles de desgraciados, cuyos cuerpos vinieron a parar a tan irreverente lugar. Desde luego, a la vista está, que Dios no decidió cual sería el destino de los creyentes que quisieron unir su destino final junto a las tierras que fueron mudo testigo de la pasión de Jesús de Nazaret, su hijo. La célebre frase de que "el hombre propone y Dios dispone" no tiene sentido en este tétrico lugar. Sin duda alguna, en Sedlec Dios propuso y el carpintero del pueblo dispuso... ¡con un pésimo gusto, por cierto!.
RAFAEL FABREGAT
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