8 de junio de 2019

2789- TRAS EL MOZÁRABE.

Imagino que viendo esta foto será difícil que me digan ustedes de qué va la cosa. ¿Una piedra?. Caliente, caliente... Efectivamente es una piedra y una sola piedra para más señas, pero la gente de antes se arreglaba con lo que tenía y no les eran necesarios grandes capitales para lograr un objetivo. Durante miles de años la gente utilizaba las cuevas o las excavaba para guarecerse, para sobrevivir y también para orar a sus dioses. Lo que están viendo, amigos, es una iglesia mozárabe. Una iglesia rupestre, pero iglesia con todas las de la ley. Las hay muchísimo más antiguas y más rudimentarias. Ésta pequeña iglesia fue construida por cristianos de origen hispanovisigodo y en territorio dominado en ese momento (s.VIII) por los musulmanes que habían invadido el territorio español. 

No eran momentos para hacer ostentación con la sólida belleza de las construcciones románicas, que verían la luz tres siglos más tarde, ni tenían tampoco medios para ello. 
Se trata de la iglesia rupestre de Arroyuelos, término municipal de de Valderredible, Cantabria (España), una de las pocas iglesias rupestres (solo hay dos) con dos plantas. Es el monumento rupestre más grandioso de Cantabria y con vistas a la vega del río Ebro. 
No tiene su origen en una cueva natural, sino que fue excavada en la roca arenisca y como pueden comprobar tiene claros indicios de tendencia musulmana. Se trata de arcos de herradura con los que se amplían espacios que sin duda faltaban para cobijar a los creyentes que iban a pedirle a Dios salud y mejores condiciones de vida. 
Hay dos ampliaciones de la nave principal, rematadas en arcos de medio punto y que descargan sobre pilar cuadrado que marca la separación de los espacios. El arco triunfal aglutina un vano común para ambas plantas, rematado en arco de herradura.
Es una construcción rudimentaria, pero sin duda de mucho mérito para aquellas gentes que solo disponían de tiempo. Todo lo demás, incluso la comida, era casi prohibitivo puesto que el solo hecho de sobrevivir ya era algo suficiente por lo que dar gracias a Dios.

San Acisclo y Santa Victoria, que son las advocaciones a las que se dirige esta iglesia, hoy simplemente ermita, pueden estar orgullosos de esta singular construcción levantada en su honor y para mayor gloria de Dios. No tiene fecha constructiva ni se sabe lo que costaría vaciar todos estos espacios en la roca, pero tiene su mérito que pudiera lograrse en tiempos de tanta necesidad y calamidades de todo tipo. En el exterior y llegando hasta la misma entrada de la iglesia hay una necrópolis con múltiples sepulturas excavadas en la roca y que en algún momento fueron transformadas en bebederos para animales.
Aunque en aquellos tiempos los ejercicios espirituales solían llevarse a cabo de pie, casi todo el perímetro del cuerpo de la nave tiene un banco corrido, seguramente para gente mayor o enferma que necesitara sentarse. La roca que da al exterior tiene alrededor de un metro de espesor, lo cual sirve de sustentación a la planta superior que pudo servir de tribuna o coro. Para acceder a este espacio hay una escalerilla, también labrada en la roca, que permite situarnos en una planta cuadrangular redondeada cuya utilidad se desconoce. El otro habitáculo excavado en alto es de dimensiones inferiores y se estima que pudo utilizarse a modo de almacén. En el cuerpo de la nave hay numerosos mechinales que sugieren la existencia de un doble piso, quizás utilizado para instalar las celdas de una posible comunidad monástica. Un conjunto que sin duda merece nuestra visita.

RAFAEL FABREGAT

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