11 de junio de 2019

2790- TIERMES Y NUMANCIA SON HISTORIA.

No todos saben que la provincia de Soria (España) guarda una interesante colección de restos de nuestro pasado romano, muchos de ellos todavía sepultados bajo la arena de más de 2000 años de historia. De todas formas, los gobiernos actuales son conscientes de que esta riqueza arqueológica debe salir a la luz por dos motivos fundamentales: Por dar luz a la Historia de la que provenimos y porque en España el turismo es pieza fundamental de un mercado de trabajo, cada día más dedicado a los servicios turísticos. En el medio rural, donde la agricultura está de capa caída, la casa rural, los guías locales, nuestras muchas terrazas y restaurantes donde se sirve la comida autóctona, están de rabiosa actualidad. 

TIERMES. Acueducto romano excavado en la roca.
El pasado año 2018 llegaron a nuestro país 83 millones de turistas y gastaron 90.000 millones de euros y eso sin contar el turismo interior, cada día más importante. El turista es un bonachón exigente, fácil de atender y de contentar pero, como si de un tiburón se tratara, hay que darle la carnaza que necesita y demanda: Historia, comida, espectáculo y monumentos qué visitar. Por supuesto que sol, playa y chiringuitos también, pero hay un alto porcentaje de visitantes de interior que busca nuestra riqueza monumental, buena comida y tranquilidad. En España el turismo es un niño pequeño al que hay que saber cuidar y mal haremos si no lo atendemos debidamente. Debemos por tanto ofrecerle nuestra riqueza monumental, aquí abundante, pero también nuestro folklore y nuestra riqueza culinaria que es mucha y buena.

TIERMES. Ciudad celtíbera que también luchó contra los romanos.
Soria es un tesoro poco conocido. A flor de tierra e incluso debajo de ella, hay muchas ruinas de ciudades romanas, unidas a viejas calzadas, que están esperando ser descubiertas. Los castros celtíberos también abundan, pero los romanos dejaron una monumentalidad de la que los castros carecen. 
En Garray, más concretamente en el Cerro de la Muela, se hallan las ruinas de Numancia, un ejemplo de resistencia que puso a prueba a las tropas del general Publio Cornelio Escipion frente a las tribus celtíberas que habitaban la región. Tras veinte años de guerras intermitentes, el año 133 a.C. surgió nuevamente la insurrección de aquellas gentes contra los abusos de las autoridades de Roma que exigían fuertes impuestos y la incorporación de los jóvenes al ejército romano, en lucha contra sus propios hermanos de sangre.

Ruinas de Numancia.
Ante un ejército romano que superaba los 60.000 hombres, los 4.000 numantinos, sin muralla ni fortificaciones, cayeron finalmente pero después de 15 meses de lucha titánica. Desde la ciudad cartaginesa de Cartago se había desplazado expresamente el general Escipión el Africano que no podía comprender cómo un reducto de 4.000 celtíberos podía burlar una y otra vez a los ejércitos romanos. El año 134 a.C. el Senado romano encargó a Escipión acabar de una vez por todas con aquel ejército celtíbero que había burlado a los ejércitos romanos durante tantos años. Para ello reunió 20.000 soldados y 40.000 auxiliares númidos cedidos por el rey Yugurta. Llegado a Numancia, Escipión mandó construir un sólido vallado de 4 Km. (36.000 estacas) alrededor de la ciudad. El objetivo del bloqueo era cerrar todas las vías de suministro. Tras 15 meses de asedio sin que los numantinos izaran la bandera blanca finalmente, atacados por el hambre y las enfermedades, se rindieron en verano del año 133 a.C. o eso pensaron los romanos.

Excavaciones en la antigua ciudad de Numancia.
Los romanos apenas encontraron supervivientes, puesto que los pocos que quedaron prefirieron el suicidio antes que dejarse apresar por lo romanos. Los pocos que encontraron vivos fueron llevados a Roma como trofeo y para ser vendidos como esclavos. Escipión entró en la ciudad imperial con grandes aclamaciones, portador de los escasos prisioneros y un gran botín. Siguió un tiempo de paz en la Hispania romana, pero años más tarde empezaron las llamadas guerras cántabras que duraron mas de 50 años. Finalmente la región acabó asumiendo la romanización, perdiendo los celtíberos sus raíces. De todas estas historias y de muchas más, la provincia de Soria conserva interesantes vestigios que merecen visitarse. Siglos más tarde los bárbaros del norte (godos) desplazarían a los romanos, no solo de Hispania sino incluso de la propia Roma.

RAFAEL FABREGAT

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