Los españoles no somos tan exagerados, pero sí, nos agrada iluminar nuestra casa en Navidad. Personalmente me gusta. Es una manera de reflejar nuestra alegría, por muy seria que sea nuestra expresión facial. Uno no tiene la culpa de haber nacido malcarado. Con las luces navideñas tenemos la oportunidad de expresar nuestros sentimientos reales, aunque nuestra cara diga otra cosa. Las Fiestas Navideñas y de Año Nuevo invitan a exteriorizar nuestros sentimientos, sin tapujos y si a alguien le molesta, lo sentimos por él. Cada uno es como es y no tiene el por qué ser de otra manera. Por cuatro días mal contados que estamos en este mundo, no vamos a refrenar nuestros sentimientos de alegría y especialmente cuando se trata de una cuestión de salud.
Cada cual en su casa puede explayarse a su manera, especialmente si con ello no molesta a nadie. Otra cosa muy diferente es lanzar cohetes al cielo y molestar al vecino, al que puede dolerle la cabeza en ese momento, pero expresar tu alegría por la vida poniendo luces en el interior de tu casa o fachada, durante estas especiales celebraciones festivas de final de año... Sería una verdadera aberración que a alguien le molestara. Ojalá las pusieran en todas las casas. Sería estupendo y algo nunca visto. En fin... El precio de dichas luces no es excesivo y menos aún el consumo, especialmente sin son de led. Quienes sí las ponemos pensamos justamente lo contrario. Nos extraña que no haya más. Tener salud y trabajo es motivo más que suficiente para expresar tu alegría poniéndolas.
Esto no significa que veamos mal a quien no quiera ponerlas. Ni mucho menos. Allá cada cual. En todo aquello que no molestes a los demás, me parece perfecto que cada cual haga lo que le venga en gana. Si una persona quiere expresar su alegría, por cuestión personal o ligada a determinada fiesta de índole indeterminado, pues allá él. El hijo de Diós no nació el día 25 de Diciembre de este año ni de ningún otro. Jesús de Nazaret sí, pero no sabemos cuando. Se trata simplemente de una celebración, una conmemoración que la Iglesia y actualmente el comercio avivan, porque les interesa. Yo no pongo luces en mi fachada ni por unos ni por otros, las pongo porque a mí me gustan y porque con ello me siento mejor. Estas fiestas son, para mí, las mejores del año y lo son porque unen a las familias y porque alegran los corazones de los niños y de las personas de buena voluntad. ¡FELICES FIESTAS!.
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