14 de julio de 2015

1825- MONASTERIOS. Renovarse o morir.

Normalmente los Monasterios siempre solían fundarse bajo los auspicios de reyes o nobles, bien para reservar entre sus paredes el enterramiento propio y el de sus familias o para albergar a alguna princesa viuda, soltera o bastarda, e incluso algún hijo que hubiera podido tener fuera de cualquier bendición apostólica. La salvación de sus almas siempre tuvo su importancia, pero también se levantaron Monasterios por razones políticas y por lo tanto construidos en lugares fronterizos y usados como hito y baluarte de protección y defensa de los intereses de sus fundadores. En aquellos tiempos del medievo, los obispos tenían gran interés en la fundación de monasterios sobre los que ejercer su autoridad y pedir los oportunos diezmos.


Con el fin de que no disputaran la herencia a los hijos primogénitos y que el patrimonio familiar quedara indiviso, los monasterios eran destino adecuado para los "segundones" de la nobleza, donde accedían con algún cargo eminente e incluso directamente como abades. Es por ello que clero y nobleza estuvieron unidos durante toda la Edad Media e incluso la Moderna, hasta principios del siglo XX, prolongándose esta excelente relación entre la política y el clero hasta la llegada de la Democracia. A partir de entonces, el acceso a la política de diferentes partidos izquierdistas propició que estas ramas se separasen (o eso creemos) aún en el caso de que las fuerzas gobernantes fueran conservadoras.

San Juan Bautista, LA LAGUNA (Tenerife)
De todas formas los Monasterios fueron un fenómeno bastante menos desarrollado en las regiones del sur peninsular y menos aún en las islas sureñas como Las Canarias. Viajar a las islas siempre ha sido un hándicap para los anacoretas, que si de algo podían presumir era de la pobreza con la que vivían, y hay que tener en cuenta que la mayoría de los Monasterios han tenido su origen sobre antiguos oratorios eremitas o en lugares donde se conservara algún tipo de reliquia, bien de los Santos Lugares o de algún santo y mártir en particular. De todas formas, con el tiempo y la modernidad este tipo de lugares de oración aislada desaparecieron y con ellos la construcción de nuevos monasterios.

Santa Catalina de Siena, TEROR (Gran Canaria)
Entre los siglos V y VII, los visigodos cristianizados levantaron numerosos Monasterios, cuyos monjes creaban sus propias reglas de vida y oración. Se cree que el primero de ellos fue el de San Vitoriano de Asán, en la provincia de Huesca, fundado el año 507 por el rey visigodo Gesaélico, hijo bastardo del rey Alarico II. En estos primeros monasterios era fundamental la clausura, para lo cual se construía un cerramiento exterior que aislaba el monasterio y lo protegía para la vida religiosa que se pretendía cultivar. A tal efecto, una de las reglas de San isidoro decía que: "el monasterio tendrá una sola puerta de acceso y un postigo para salir al huerto". Vemos por tanto que mayor aislamiento era de todo punto imposible.

Aunque no son demasiado conocidos, las Islas Canarias no escaparon a la fundación de Monasterios y todavía quedan algunos, incluso de clausura, siempre habitados por monjas de diferentes congregaciones. 
Tal es el caso del Monasterio de San Juan Bautista o de las Clarisas, situado en La Laguna (Tenerife), Convento de Santa Catalina de Siena, en Teror (Gran Canaria), Monasterio de Santa Ana, en Tafira Alta (Las Palmas) y un largo etcétera. 
Como se ha dicho antes, la práctica totalidad de los conventos o monasterios canarios son de carácter femenino y aunque alguno de ellos sigue con los antiguos negocios de dulces o bordados, la mayoría de ellos se han metido de lleno en la industria turística de la hostelería y la restauración, anunciándose incluso en empresas de reservas hoteleras por Internet. 
Hay que modernizarse. El refrán lo dice bien claro: "Renovarse o morir".

RAFAEL FABREGAT

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