24 de septiembre de 2014

1525- BANDA, LA ISLA DE LAS ESPECIAS.

Hubo un tiempo, no tan lejano, en el que la nuez moscada era más cara que el oro. En todo el mundo, solo una pequeña isla de Indonesia las producía y pocos conocían su enclave. En realidad no era una isla, sino diez y su nombre actual es el de Islas de Banda, dentro del archipiélago de las Molucas (Indonesia). A la llegada de los primeros europeos este pequeño grupo de islas, que apenas suman 180 Km2. entre todas ellas, recibieron el nombre de Islas de las Especias. La primera fuente escrita de estas islas y de su riqueza natural es del año 1515, un libro del boticario portugués Tomé Pires que residió allí durante tres años (1512-1515). Su riqueza natural y exclusiva era la nuez moscada y el macis o piel que separa la nuez de la carne exterior y que llegó a ser tan apreciada como la propia nuez. Junto con la isla de Madagascar era también el único productor de clavo de olor


Los mercaderes orientales (indios, chinos y árabes) ya trabajaban desde muchos siglos antes estas especias, abasteciendo al mundo a través de los mercaderes venecianos y a unos precios totalmente desorbitados. Nunca la información valió tanto dinero, por la dificultad de localizar el origen de tan particulares mercancías en un mundo tan desconocido. Todo el archipiélago de las Molucas era un jardín de especias, pero solo en las Islas Banda estaba el preciado tesoro de la nuez moscada. Un puntito entre Nueva Guinea, Célebes y Borneo, tan minúsculo que hasta la llegada de los portugueses en 1511 eran muy contadas personas las que conocían su emplazamiento. 


Las Islas de Banda contaban entonces por unos 3.000 habitantes y estaban gobernados por los llamados "hombres poderosos", familias que tenían un papel prominente en la aplicación de la justicia y en el comercio de todo el archipiélago. Al año siguiente de conquistar Malaca, los portugueses conocieron la procedencia de la nuez moscada y salieron en busca de las Islas Banda
Fueron los primeros europeos en pisar aquellas tierras y la expedición permaneció un mes en aquel lugar, comprando y llenando sus barcos con los preciados frutos. Viendo su docilidad los portugueses decidieron entonces construir un fuerte en la Isla Neira para controlar el territorio, pero los bandaneses les atacaron por su insolencia y posteriormente se negaron a comerciar con ellos. 


A partir de entonces, los portugueses prefirieron comprar la especia a través de intermediarios de Malaca, contratados por ellos mismos, no volviendo a pisar la isla hasta dos décadas después. En aquellos tiempos, aparte de la nuez y del clavo, los bandaneses ya comerciaban con plumas de aves del paraíso, corteza de massoi y esclavos de Nueva Guinea. El intercambio más habitual era el arroz y las telas. En aquellas fechas un simple sarong, especie de falda estampada enrollada a la cintura y que portaban tanto hombres como mujeres, se cambiaba por 18 Kg. de nuez moscada. Las telas sobrantes las usaban los bandaneses para los intercambios de productos con Nueva Guinea. Se calcula que los comerciantes venecianos compraban la nuez moscada a un precio 300 veces superior al cobrado por sus productores, por lo que es difícil hacer conjeturas de lo que en aquellos tiempos le podría costar una sola nuez al consumidor final. De todas formas en la Europa de aquellos tiempos el refinamiento gatronómico era escaso y solo la India consumía doble cantidad de especias que todos los países europeos.


El impedimento de que se establecieran los portugueses en las islas acabó pasando factura a las gentes de Banda, pues en 1599 llegaron los Neerlandeses y su presencia fue más dominante y duradera. Tampoco los objetos de intercambio eran del gusto de los nativos puesto que se trataba de lanas burdas y pesados damascos, mientras que a ellos les gustaban más las telas ligeras, los cuchillos de acero, los medicamentos, o el cobre y la porcelana china. La presencia portuguesa y española se había debilitado con la llegada de los neerlandeses, pero no así la británica, que había construido puntos comerciales fortificados en islas próximas y pagaban mejor precio intentando socavar el monopolio neerlandés. Los líderes de Banda fueron convencidos para firmar la concesión de monopolio sobre las especias. Significaba -les dijeron- que la venta de la producción estaba garantizada.


Aquellas gentes no sabían lo que firmaron, ni todos estamparon su firma, pero sirvió para justificar la posterior llegada de tropas en defensa del monopolio. 
Conseguida la firma del documento llegaron los bajos precios y los artículos de intercambio inútiles y no deseados por los productores. El rechazo a las acciones neerlandesas llevó en 1609 al refuerzo militar de Fort Nassau, construido en 1646 en la isla Bandaneira. Ante esta provocación, los Orang Kaya (hombres poderosos) de Banda, convocaron en reunión al almirante neerlandés y a cuarenta de sus hombres de mayor graduación, en lo que resultó ser una emboscada. Todos ellos fueron asesinados. También entre británicos y neerlandeses se desatarían los ataques y contraataques en defensa de sus intereses particulares. 

En 1621 un importante ejército neerlandés, perfectamente armado y pertrechado desembarcó en Isla Bandaneira sumándose a las fuerzas de Fort Nassau. Un nuevo gobernador había llegado a las islas de Banda para defender los derechos del monopolio. En pocos días la isla mayor de Lontar estaba ocupada y los Orang Kaya obligados a firmar a punta de pistola un nuevo tratado imposible de mantener y que no tenía otra finalidad que el servir de excusa para aniquilarles. Como era de esperar, las violaciones del nuevo tratado fueron inmediatas y el gobernador puso en marcha la masacre. 

Mercenarios japoneses fueron contratados por los neerlandeses y cuarenta Orang Kaya fueron decapitados y sus cabezas, empaladas en cañas de bambú, mostradas públicamente como advertencia. Se estima que la población de las Islas de Banda era en esas fechas de 14.000 personas, algunas de las cuales eran comerciantes de diferentes procedencias. Las fuentes históricas cuentan que el número de sobrevivientes fue de un millar, todos condenados a trabajos forzosos a partir de esa fecha. Los neerlandeses importaron esclavos, convictos y trabajadores contratados de otras partes de Indonesia, por lo que la mitad de los sobrevivientes fueron necesarios para instruir a los recién llegados en el desarrollo de los cultivos de nuez moscada. 


La otra mitad fue trasladada a la Isla de Java para trabajar en la construcción de la ciudad y de la fortaleza. Diezmada la población nativa, el gobernador dividió la tierra en parcelas de 1,2 hectáreas, dándola a colonos holandeses. Toda la producción mundial de nuez moscada fue controlada por la Compañía Holandesa de las Indias Orientales durante casi 200 años. ¿Tanta lucha y tantas muertes por una nuez?. No era por una nuez, sino por lo que ésta valía. Finalmente, como nada es para siempre, en 1810 la flota británica expulsó a los neerlandeses a cañonazos. Este territorio pertenece actualmente a Indonesia, una república compuesta por 17.508 islas y habitada por casi 240 millones de personas.

RAFAEL FABREGAT

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